martes, 31 de julio de 2012

Historias I:


Capítulo XX: Tras las nubes el cielo es siempre azul.
G#
Desde que conociste a Daniela algo cambió en vos. No sabías qué ni por qué, pero así lo sentías. Sentiste que encontraste a una persona en la cual podías confiar si ningún problema, ella te entendía y vos también a ella. Por fin te podías llevar bien con una mujer sin enamorarte.
Daniela tenía una forma de ver la vida única, se tomaba todo con calma y para bien. Siempre decía que una persona que quería mucho le decía que tras las nubes el cielo es siempre azul; con eso quería explicar que después de los problemas algo bueno iba a venir. Eso te hacía sentir bien; pensabas que después de tantos problemas lo bueno había llegado a tu vida de la mano de Daniela.
- No paras de hablar de Daniela vos - te dijo Peter un día que estabas contando lo que habías hecho hoy justamente con Daniela.
- Es que paso la mayor parte del tiempo con ella ya que nadie me da bola...
- ¿Lo decís por mí? - dijo Rocío entrando a tu habitación. Te quedaste paralizado, todavía sentías cosas muy fuertes por ella que la llegada de tu amiga Daniela no pudo borrar -. Perdón por entrar así, estaba abierta la puerta.
- ¿Qué pasa Ro? - preguntó Peter al ver que vos no reaccionabas.
- Quiero hablar con Gastón, ¿nos dejas solos Peter? - Peter se fue y los dos se quedaron mirándose sin decir nada. Rocío se sentó en la cama que estaba al lado de la tuya y respiró hondo -. Quería pedirte perdón por lo del otro día - comenzó a hablar.
- Está todo bien - dijiste con calma. En este tiempo te propusiste ser un poco más como Daniela, dejar de tomarte todo tan a pecho para no generarte más problemas -. ¿Era eso nada más?
- No, ¿qué querías decirme el otro día? - tragaste saliva, tu corazón empezó a latir más rápido, tu respiración se aceleró y tus manos empezaron a sudar. Estabas nervioso y ya no podías actuar con calma.
En ese momento entró Daniela llamándote, podrías decir que te había salvado de tener que decirle todo lo que sentías a Rocío y desilusionarte otra vez.
- ¡Uy, perdón! Vengo después - dijo y se fue. Trataste de decirle que no se vaya pero Rocío fue más rápida que vos, te diste cuenta que no le cayó muy bien.
- Todavía no me dijiste lo que me querías decir, Gas... - te dijo. Las manos te sudaban aún más.
- Em, yo... te buscaba para... - trataste de acordarte todas las palabras que habías repetido una y otra vez - para que... me ayudes con un par de cosas de música - mentiste al final.
- Ah, era para eso... - notaste un poco de desilusión en sus ojos -. Cuando quieras puedo ayudarte.
- ¿Ahora? - le sonreíste. Pensaste que con esa excusa podrías volver a formular un discurso y decirle todo de una buena vez. Total tras las nubes el cielo es siempre azul.
M#
Esta semana habías notado un poco distante a Peter; estabas un poco asustada porque quizás se había arrepentido de haberte propuesto ser la novia. O quizás ya se había cansado de tantos besos y abrazos que le dabas todos los días.
Cuando lo encontraste solo tomando un café en una de las mesas afuera del colegio decidiste preguntarle qué le estaba pasando y qué quería hacer de esta relación.
- Peter, te estoy notando raro estos días - dijiste sentándote frente a él -, yo necesito que me digas si ya te cansaste de mí, si querés que me aleje - tus ojos se empezaron a empañar -, si...
- No, Lali - te interrumpió -, yo no me cansé de vos ni quiero que te alejes. Lo que pasa es que estoy un poco preocupado por Pablo, volvió raro de Francia.
'Ah, ¡era eso!' pensaste aliviada.
- ¿Por qué? Yo no lo conozco pero no veo que esté rarito, o sea, está atrás de María... - obviamente que esté raro lo asociaste a que sea... gay.
Peter se rió con ruido, como lo decías vos. Reírse con ruido significaba que te reías de verdad, era esa risa te sale de adentro, del corazón. Era esa risa que uno necesita para ser feliz por lo menos un segundo por día, esa risa que recetan los médicos para el "no-estrés".
- No es eso, mi amor. Es que juraría que él estaría feliz por esta relación que tenemos pero... pero no es así.
- ¿Por qué no es así? ¿Te dice algo de mí? - viste que su mirada se desvió y te diste cuenta que era así. Pablo hablaba mal de vos -. Ok, te dice algo de mí y por tu cara es malo. No te preocupes yo lo voy a poner en su lugar.
Sin darle tiempo a reaccionar te paraste en busca de Pablo para defenderte vos misma y ponerle los puntos. Peter te gritaba desde atrás que no lo hagas, que él iba a ocuparse de todo, pero vos no lo quisiste escuchar. Recorriste todo el colegio hasta que perdiste a Peter y encontraste a Pablo.
- Escuchame vos, Arreglachancleta, - le dijiste cuando lo viste. Él te miró con una expresión de gracia por cómo lo habías llamado, te miró con una sonrisa que algo causó en vos. Te pusiste firme y no lo dejaste corregirte (era algo que odiabas y ese franchuta maleducado no iba a hacerlo) -, ¿qué le estás diciendo a mi novio de mí?
Viste cómo su cara cambió, te diste cuenta que era una persona tímida.
- Yo no dije nada que no sea verdad - te dijo al fin, esa voz... ¿qué tenía esa voz?
- Y a ver, decime cuál es esa verdad - dijiste enfrentándolo más cerca y mirándolo a los ojos.
- Lo que sos, sos una de esas que se aprovechan de pibes con guita.
- ¡¿Qué?! ¿Vos estás loco? Yo no soy como tus amiguitas, yo no necesito plata para ser feliz. ¡Necesito amor, amistad, sonrisas, música!
- A todo eso en mi mundo se llama plata, Marianita - se acercó más a vos, tanto que sus respiraciones se cruzaron y quedaste acorralada entre la pared y él. Notaste que se puso nervioso.
- ¿Qué pasa Arreglachancleta? ¿Te pusiste nervioso?
P#
No encontrabas a Lali por ningún lado, a Pablo tampoco. Después de dar cinco vueltas al colegio los escuchaste y los pudiste encontrar. Estaban tan cerca que sus narices se rozaban, te cegaste y no hiciste más que empujar a Pablo y gritarle.
- ¡¿Qué te pasa, idiota?! - le gritaste -. ¿Ahora te querés levantar a mi novia? Por eso no podías verme feliz y dijiste todo lo que dijiste de ella, ¿no?
- Para, para, no confundas las cosas y calmate - te dijo tratando de calmarte. Pero vos no podías, estabas cegado por los celos.
- ¡No me calmo una mierda! Sos un garca, Pablo. Nunca pensé que me harías esto. ¡Basura!
- Para, Peter. ¡No es lo que pensás! - te decía Mariana, pero vos no la escuchabas.
- Hacete el machito ahora, Pablito. Dale.
Pablo se enfureció y empezaron a pelearse. Por los gritos de Lali, Gastón, Rocío, Nicolás y Candela corrieron hacia donde estaban ustedes. Rocío y Candela contuvieron a Lali que lloraba desconsolada mientras que Gastón y Nicolás intentaban separarlos.
Estabas completamente cegado por los celos que sentías. Nadie te iba a sacar a Lali otra vez, no aceptabas la idea de perderla por segunda vez ahora que estaban tan bien juntos.
Días más tarde de esa absurda (ahora creías que lo era después de ponerte a pensar y ver la forma en que lo habías dejado a Pablo) pelea, Lali volvió a hablarte. Ella te había dejado de hablar desde ese día, estaba furiosa con vos y con ella misma. Se culpaba por haber arruinado todo igual que vos. Habías escuchado que ahora te tenía miedo, ella no conocía ese lado oscuro en tu personalidad.
- Peter, yo... - dijo cuando vino a verte a tu cuarto - yo no puedo seguir así. Yo te amo, pero te tengo miedo... No podés ponerte así como loco porque hable con alguien.
- ¡Pero estaba muy cerca tuyo y si tardaba un segundo más te besaba, Lali!
- ¡¿Pero qué estás diciendo, Peter?! ¿Vos te pensás que yo iba a besar a ese payaso feo?
- Bien que no te separaste del payaso feo, eh - viste que sus ojos se llenaron de lágrimas y notaste que hubo dolor en ellos. Te sentiste la peor persona del mundo.
- No puedo creer que lo digas, si vos pensas eso de mí. Ya no hay nada que hablar, Peter. Se terminó - dijo y se fue ahogada en llanto.
Viste que Pablo estaba mirando desde el segundo piso de la habitación. Lo miraste con odio y le dijiste:
- Todo esto es por tu culpa. Acabo de perder por segunda vez a la persona que más amo en toda mi vida. Sos una mi*rda.
- Mi culpa no fue, fue la tuya - dijo y entró al baño.
N#
María seguía tratando de seducirte y Eugenia no volvía más. Estabas totalmente desesperado, no aguantabas más tenerla tan lejos y menos aguantabas la falsedad de María, ella había tenido una conversación amistosa con Euge esa misma tarde por Webcam y vos la habías escuchado.
- ¿No te da vergüenza mentirle a Eugenia así? - le dijiste cuando volvió a seducirte. Esta vez no te fuiste después de que ella intentó besarte.
- No, para nada. ¿A vos no te da vergüenza saber que Eugenia está con otro y vos acá esperándola sin verme a mi?
- Ella no está con nadie, está cuidando al padre.
- ¡Ay, por favor! Cuidando al padre, ¡ja! Ella odia a su papá, él nunca le dio bola, ¿le creíste que ahora estaban juntos? - en eso María tenía razón. Eugenia odiaba al padre ¿y ahora intentaba cuidarlo y estar con él? - ¿Qué te quedaste pensando, Nico? - te dijo después de que reaccionaste dentro de todos tus pensamientos.
- En que te tengo que dar la razón. Eugenia odia al padre.
- ¿Ves, gordi? Yo como "amiga" de ella no miento.
Por tu mente pasaban miles y miles de cosas. Verdades, mentiras. No entendías nada. ¿Por qué ella te haría eso? ¿Por qué justamente María tenía que ser la que te abriera la mente? No te diste cuenta cuando María comenzó a besarte, algo en vos decía que eso no estaba bien, pero también decía que sí.
E#
Llegaste de sorpresa a Buenos Aires esa mañana y a la tarde volverías a tu vida normal. Con tu novio, tus amigas y amigos. Todos te recibieron muy bien y felices de que hayas vuelto. Pero en ese aula no estaban ni Nicolás ni María. ¡Querías saludar a tu amiga y a tu novio!
Cuando llegaste al gimnasio, como Gas te lo había indicado, viste algo que no te gustó para nada. María y Nicolás se estaban besando adelante tuyo.
- ¿Qué es esto? - dijiste con los ojos estallando en lágrimas.
- ¡Euge, mi amor! - gritó Nicolás e intentó abrazarte.
- ¿Mi amor? ¿Después de ver esto me decís mi amor? ¿Después de que me engañes me decís mi amor? ¡Encima con mi amiga! ¿Qué digo? ¡Mi ex-amiga! - dijiste mirándola a María que no salía de su asombro.
- No, no. Euge, yo te puedo explicar todo.
- ¡NO quiero que me expliques nada! Yo sé muy bien lo que vi. Gracias por la bienvenida Nicolás - dijiste y te fuiste. Cuando llegaste al hol del colegio agarraste a Mariana y a Candela y sin explicación te las llevaste a tu cuarto -. Me engañó. ¡Me engañó chicas! ¡Con María!
- ¿Qué? - dijeron a unísono sin entender.
- Nicolás me engañó... con María.
- ¡¿QUÉ?! - dijo Mariana -. No lo puedo creer, lo voy a matar. Te juro Euge que él te estuvo esperando desesperado. No sé qué le pasó. Te pido perdón de parte de Nico, lo desconozco.
- Gorda, te juro que yo también lo vi esperar que lo llames desesperada, y a Mery... A Mery la noté rara estas semanas. Como que conmigo se cortó toda relación. Desde que te fuiste es como que... todo cambió con ella.

Ésta historia continuará.

jueves, 19 de julio de 2012

Historias I:


Capítulo XIX: Por seguir al corazón.
M#
Estabas saliendo al recreo del mediodía cuando te sorprendieron Peter y Gastón al mismo tiempo, de lugares contrarios. Miraste de derecha a izquierda sin saber con quién ir. Los dos te pedían que hables con ellos porque lo necesitaban, vos no sabías qué hacer.
- ¡Uno a la vez! ¿Qué quieren? - dijiste.
- Quiero habla... - dijeron a unísono.
- ¿Qué queres Peter?
- Quiero hablar con vos, lo necesito... - te dijo con esa cara de perrito mojado que tanto te podía. Miraste a Gas como diciendo '¿y vos?'.
- Yo también necesito hablar con vos, pero de cosas más importantes.
- ¿Vos qué sabes si mis cosas no son importantes, tarado? - empezó a pelear Peter. Cerraste tus ojos y los escuchaste pelear por vos. No te sentías importante por eso, sino que te sentías una basura por hacer que dos personas como ellos se pelearan por tu culpa. No hiciste otra cosa más que irte corriendo dejando que ellos hablen solos.
Llegaste a tu habitación llorando y escuchaste que detrás de la puerta seguían peleándose por quién entraba a consolarte. Finalmente, abriste la puerta cansada de esos gritos que te atormentaban y los miraste a los ojos.
- ¿Qué carajo quieren ahora? ¿No les basta con pelearse de esa manera allá abajo que tenían que venir a pelearse acá en la puerta de mi habitación? No los soporto a ninguno de los dos cuando se ponen así, me hartan. Me hacen sentir la peor basura del mundo cuando se pelean así.
- Perdonanos Lali, no nos damos cuenta que te hacemos sentir así. Es lo que menos queremos... - dijeron los dos.
- ¿Qué necesitas Gastón?
- Hablar - lo hiciste pasar a tu habitación y le pediste a Peter que te espere y que, cuando termines de hablar con Gastón, hablarías con él. Se sentaron en tu cama y le diste el pié para que empiece a hablar. - Necesitaba decirte que ya no sé qué hacer. No me entiendo. Estoy enamorado de vos pero a la vez no sé qué me está pasando con Rocío. Siento que con ella puedo sentir cosas que con vos no, y con vos siento cosas que con ella no siento. Las dos tienen algo que me atrae mucho y no sé qué hacer. No puedo verte a vos con otro pero al mismo tiempo quiero que lo hagas para que a partir de eso me pueda decidir.
- A ver si entendí, - lo interrumpiste con calma - ¿vos queres olvidarte de mí para avanzar con Rochi?
- No sé... Tampoco quiero que pienses que yo la usé a Ro porque no es así. Yo me acerqué a ella sin pensarlo. Siempre me gustó un poco, pero nunca me dio bola y desde que empezamos a hablar es como que las cosas cambiaron.
- Se te empastó la bujía...
- Exacto.
- Gas, yo quiero que seas feliz ¿sabes? Pero sin mí. O sea, como amigos y compañeros de la vida sí, obvio. Pero no como más que eso. ¿Me entendes? - Él asintió y tu alma dio un respiro.- Así que dale para adelante con Rochi, ella te va a amar cuando vos le enseñes a hacerlo - le sonreíste y viste un alivio en sus ojos. Lo abrazaste cariñosamente.
Estabas feliz sabiendo que no harías sufrir más a Gastón por seguir al corazón. Le abriste la puerta a Peter que te esperaba más calmado y con cierto aire de felicidad disimulada.
P#
Escuchaste toda la charla que habían tenido Lali y Gastón y sentiste un gran alivio en el alma y en el corazón. Apenas entraste a la habitación de Lali la abrazaste fuerte dando un giro. Estabas tan feliz de que Gastón ya no quiera estar con Lali, dejándote avanzar sin ningún obstáculo.
- ¿Escuchaste todo no? - te dijo ella cuando la soltaste.
- Sí... - parecías un nene feliz por lograr algo que deseaba - Lali, ¿queres ser mi novia? - dijiste sin filtro y sonriendo.
Ella lo pensó por unos segundos, pero vos podías ver ese brillo único en sus ojos. Finalmente, te dijo que sí y no pudiste evitar besarla con una pasión única.
Días más tarde, ya todos sabían que ustedes estaban juntos y estaban felices por eso. Pero Pablo, no lo estaba. Seguía en su postura de que te estabas equivocando con esa chica. Sentías que estaba celoso porque él, que era el más pasional del grupo, no tenía a quién darle su amor.
- Pablo, ¿te puedo hacer una pregunta? - le dijiste un día ya cansado de sus reproches. Él asintió y buscaste las palabras correctas para decir más sutilmente lo que pensabas.-  ¿Por qué no queres que esté con Lali?
- Porque no me parece buena piba.
- No la conoces entonces. Ella es una persona increíble, no sabes todo lo que tuvo que pasar en su corta vida - hablabas de ella como si fuera la persona más maravillosa del mundo, que lo era para vos, y con un brillo en los ojos tal de las personas enamoradas.
- Nosotros también pasamos muchas en nuestra corta vida. Me parece que es una chica de esas que son pobres y se quieren casar con los que tienen guita para "salvarse".
- Te repito que no la conoces, ella no es así.
- Eso es lo que te hacen creer, Peter. Empiezan con la nena buena con una vida dura y después es una flor de yegua que te deja en pelotas en un abrir y cerrar de ojos.
- ¿Qué te pasó? Vos no eras así; juraría que vos en este momento serías la persona que más me alentara en esta relación. Pero ahora te desconozco, no puedo creer que vos me estés diciendo esto.
- Las personas no cambian, aprenden - dijo y se fue. Te quedaste pensando en todo lo que te había dicho, sabías perfectamente que Lali no era así, pero ¿por qué Pablo estaba tan cambiado ahora? Agustín estaba feliz por vos y Pablo no. Algo raro estaba pasando con él y no ibas a parar hasta descubrirlo.
N#
Todo era muy raro sin Eugenia. Ya habían pasado quince días desde que ella se fue. Tenías la esperanza de verla entrar por la puerta principal del colegio cada segundo que corría. Siempre que pasabas por ahí, te fijabas si la veías llegar. Muchas veces te la confundiste con otras rubias que tenían el mismo corte de pelo que ella o eran parecidas físicamente.
- ¡¿Por qué no me llamaaa?! - hablabas con tu celular en el gimnasio.
- ¿Porque habrá encontrado a alguien mejor que vos? - dijo alguien detrás tuyo. Mery. - Superalo gordo, ella no va a volver. Tenes que rehacer tu vida, con alguien que te llene de nivel, alguien mejor - dijo sentándose en tus piernas.
- Em, Mery, no. No quiero rehacer mi vida con nadie. Voy a esperarla cuanto tiempo sea, y si es verdad lo que estás diciendo que me lo diga ella, no vos - dijiste haciendo que se pare.
- Te dije que no iba a parar hasta que estés conmigo, bonito. Lo voy a cumplir, tarde o temprano, lo voy a cumplir.
Te quedaste solo en el gimnasio pensando en las locuras que decía María. Cada vez te convencías más que en ese colegio no se podía confiar en casi nadie. Todos eran unos garcas soberbios. No les importaba la amistad, la lealtad, la fidelidad, nada.
- ¡Está loca esa mina! - le decías a Gastón, que estaba en la suya, pero quizás algo te escuchaba. - Hoy se me volvió a tirar, me decía que Euge no va a volver y que encontró a alguien mejor que yo... ¿me estás escuchando Gastón? - dijiste cuando te diste cuenta que no te estaba prestando atención.
- ¡Sí, Nico, te escucho! Está loca, lo sé. También está un poco con las hormonas prendidas desde que se fue Euge - te dijo mirándote -. Creo que Euge las mantenía tranquilas con su presencia, como que le tenían miedo o un cierto respeto que perdieron cuando ella se fue.
- Sí, eso es más que obvio.
- Hablo por María igual, Candela es como que es así por su cuenta.
- No sé, eh. ¿No tenes idea qué hora es en España?
- Espera que me fijo en mi bola mágica... - te burló. Lo miraste mal y subiste al segundo piso de la habitación. Pensaste dos veces en llamarla por la diferencia horaria, pero te decidiste a hacerlo.
"Hola, soy Eugenia, en este momento no te podré atender. Si es muy importante dejá tu mensaje después del tono". Fue la respuesta que obtuviste; tenías mucho miedo de lo que podía pasar desde ahora. No querías perderla para siempre.
G#
Como todo estaba aclarado con Lali, decidiste encarar a Rocío. Hace días que no hablabas con ella. Pensaste todo lo que le ibas a decir, palabra por palabra a cada paso que dabas. Sabías que ella ahora estaría por salir de la clase de Literatura a la cual vos no fuiste.
Cuando la viste salir, las palabras que habías repetido una y otra vez en tu cabeza se mezclaron; pero todo se te nubló cuando viste que ella estaba muy entretenida hablando con Pablo Martínez, aquél chico que volvía de Francia con el cual pocas veces cruzaste palabra. Lo que más te dolió fue que cuando ella pasó por al lado tuyo, te sonrió sin ganas.
Respiraste hondo y le gritaste si podías hablar con ella. '¡Más tarde!' te gritó. Clavaste tu mirada en la nada y tus ojos se inundaron en lágrimas. Era obvio que vos no estabas hecho para amar a la persona correcta. Te convenciste de una vez por todas que vos no servías para amar y que aunque intentaras nadie iba a ser la elegida para vos.
- Hola, ¿te puedo hacer una pregunta...? - escuchaste una voz dulce de una chica. Levantaste la mirada y la viste ahí, era una morocha de rulos con anteojos violetas con aspecto intelectual.- Me llamo Daniela y soy nueva acá, ¿me podrías decir... ¿estás bien? - dijo al ver que estuviste llorando.
- Sí, sí. Soy Gastón, ¿Qué necesitabas? - dijiste incorporándote y secándote las lágrimas.
- Sa, saber - tartamudeó - dónde queda la dirección.
- Mirá, subís esa escalera y vas hacia la derecha. Caminas y llegas como a una sala y ahí está la preceptora, Jimena, ahí es la dirección - le dijiste señalando con tu dedo al aire.
- Muchas gracias - te dijo sonriéndote.
'Que sonrisa tan linda' pensaste.
- No, Gastón. ¿Qué estás pensando? No, enamorarte ahora no. Basta de sufrir - te dijiste para vos mismo. Empezaste a subir las escaleras hablando solo y te volviste a encontrar con Daniela -. ¿Te perdiste otra vez? - le dijiste.
- Sí, disculpame, pero me distraje y me olvidé. No tengo buena memoria - te dijo muy simpática.
- Vení, yo te acompaño - mientras esperaban a que el director se desocupe, intentaste conocerla un poco más; no sabías por qué -. ¿De dónde sos?
- De Escalada, un pueblito muy chico, de acá de Buenos Aires. No es muy conocido, ¿vos?
- De Coronel Suárez, es conocido, pero no tanto.
- ¿Hace mucho que estás acá?
- No, no mucho. ¿Por qué entraste vos?
- Porque, em... mis papás viajan muchísimo y la señora que me cuidaba ya no está... Me anoté y quedé - te dijo sonriendo como si nada malo pasara.
E#
Te despertaste por los gritos que pegaba tu papá. Discutía con alguien por teléfono, seguramente por trabajo. Pero no era así, te asustaste al escuchar el nombre de tu mamá después de un 'Quiero el divorcio'.
- ¿Qué dijiste, papá? - saliste llorando de tu cuarto.
- Euge... - dijo dejando el teléfono en su escritorio y acercándose a vos. - Yo te puedo explicar...
- Vos no me vas a explicar nada, yo sabía que esto iba a pasar...
Días atrás, habías descubierto una llamada de una tal Melissa en el celular de tu papá. Junto a esa llamada había unos mensajes de la misma chica que decían que quería ver a tu papá en el bar de siempre a las tres p.m. Lo seguiste hasta "el bar de siempre" y descubriste que tu papá engañaba a tu mamá. Decidiste no contarlo por el bien de tu familia y lo mucho que les importaba la imagen que aparentaban juntos y "felices".
- ¿Es por Melissa, no? - le dijiste cuando él te miró con desconcierto -. Ya sé todo, papá. Yo te seguí hasta ese bar y los vi. Pero no le dije nada a mamá porque quería que se lo digas vos y no seas tan cobarde.
- ¿Entonces cómo hizo tu mamá para enterarse de todo? Seguramente vos le dijiste, Eugenia. No soy estúpido - dijo volviendo a su escritorio, con aires de sabiduría y madurez.
- Yo no le dije nada a nadie. Se habrá enterado por su cuenta. Un error lo tiene cualquiera, ¿o no? - dijiste secándote las lágrimas y poniéndote firme y madura como él.- Un descuido y se te fue todo por la borda, papá.
- No me hables así. Y sí, fue un descuido. Pero ahora ya es tarde para solucionar esto, no puedo hacer nada. Ella ya no me amaba como antes y yo... estaba solo, desesperado. Apareció Melissa y todo se descolocó.
Veías a tu papá tan triste pero a la vez tan firme. Era como una coraza, un caparazón que tenía en estos momentos.
- Estoy solo, hija. Vos te vas a ir, tu mamá que... bueno ésto, ya no me queda nada más que problemas... - te paraste y lo abrazaste diciéndole al oído que no estaba solo.
A pesar de que vos no soportabas estar lejos de tu casa, aceptaste quedarte unos días más con él a cambio de estar más tiempo juntos. Lo llamaste a Nicolás y le pediste por favor que te entienda ya que tu papá no estaba pasando un buen momento. Él te supo entender con su amor de siempre, te dijo que te amaba y que nunca te olvides de eso.
- Voy a volver la semana que viene, Nico. Yo también te amo muchísimo - le dijiste antes de cortar.

Ésta historia continuará.

miércoles, 13 de junio de 2012

Historias I:


Capítulo XVIII: No ignores a tu corazón.
P#
Trataste de encontrar a alguien que te pueda ayudar a averiguar quién era el o la que le mandaba esas cartas a Lali, pero no lo encontraste, igualmente no perdías las esperanzas. Vos ibas a encontrar a esa persona, le juraste hacerlo, lo tenías que hacer.
- Estoy buscando hasta abajo de las piedras para encontrar al que te está molestando - le dijiste cuando la encontraste sola sentada en el pasto.
- No quiero que busques a nadie - te dijo seca, sin sacar la mirada del cielo.
- ¿Por qué no? - dijiste mirándola.
- Porque no quiero que te metas en esas cosas, no me huele bien.
- ¿Me querés cuidar?
- No quiero que te metas en problemas.
- Eso me confirma que me querés cuidar - miraste el cielo como ella.- Pero no voy a parar hasta que te dejen en paz.
- ¿¡Entonces para qué me molestas con encontrar a un chabón que me manda cartas!? ¡No quiero que te metas en mis líos, Peter!
- Te quiero ayudar nada más, ¿qué tiene de malo eso?
- No quiero tu ayuda, te lo conté porque... no sé, me arrepiento de haberlo hecho - se paró y se fue. Te quedaste mal por lo que te había dicho, pero no ibas a dejar de buscar a esa persona que la estaba molestando por más que ella te lo pida.
Fuiste hasta su cuarto y buscaste las cartas que le habían mandado, encontraste solo una que decía: 'cada vez estás más solita, Gastón se va con Rocío y Peter te miente. Que feo ¿no?'. Sentiste un escalofrío por haber aparecido en ese mensaje extraño. Vos no le mentías a Mariana y tenías miedo que ella piense eso, tenías miedo que se deje llevar por gente que quiere verla mal.
Volvió a repetirte que no quería tu ayuda y que era la última vez que te lo repetía. Optaste por dejar de molestarla, si así lo deseaba ella, así iba a ser. Pero no la dejarías sola en ningún momento, estando a pasos de ella te sentías conforme.
Esos días la veías cada vez más cerca de Gastón y decidiste, en la clase de canto, cantarle 'Aunque estés con él' de Luis Fonsi. Esa canción reflejaba lo que estabas sintiendo en ese momento.
G#
Estabas feliz por estar más cerca de Mariana que nunca, pero a la vez, no te sentías bien porque, de un día para el otro, dejaste de tener la misma relación con Rocío. No sabías si se había dado cuenta de lo que te pasaba con Lali o qué estaba pensando. No querías que las cosas se volvieran a mezclar, así que decidiste hablar con ella antes de la clase de canto.
- Ro, ¿puedo hablar con vos un segundo? - le dijiste cuando la viste sola caminando hacia el salón de canto.
- Sí, ¿qué pasó? - te contesto tan amablemente.
- Quería saber si te está pasando algo, porque hace mucho que no hablamos y siento que estamos volviendo a ser los desconocidos de antes y no quiero.
- No me pasa nada, o sea, vos cumpliste lo que querías, estar con Mariana y yo... sigo... - no encontraba las palabras - estoy bien. No hay... - hizo una pausa pensante - ningún problema entre nosotros - te sonrió y entró al salón.
Te quedaste pensando en lo que quizás pensaría Rocío en este momento. Te dijo que habías cumplido lo que querías, estar con Mariana. Eso te dejó pensando un largo rato hasta que empezó la clase.
- En la clase de hoy - dijo el profesor Bautista - van a cantar la canción que eligieron, la cual tenía que ser especial para ustedes, no una al azar. Antes de cantar la canción, quiero que en una hoja me escriban por qué eligieron esa canción y me lo entreguen. Les dí tiempo de sobra para pensar eso, no se me empiecen a quejar - dijo y empezó a firmar unos papeles que estaban en su escritorio.
Te habías olvidado de que hoy tenían que elegir una canción para cantar. Tenías una canción escrita en tu cuaderno, 'Mi corazón', que nadie sabía que la habías escrito, lo habías hecho hace unos días para presentarla al "grupo musical" que habían formado con Peter, Lali, Euge y Nico. Escribiste en esa hoja que era una canción de tu autoria y que representaba lo que sentías en esos días.
El profesor aclaró que lo que escriban en el papel iba a ser solamente leído por él, ya que vio que algunos no sabían qué escribir por vergüenza a lo que opinaran los demás de esa canción.
M#
Habías escrito una canción hace unos días que no tenía un por qué específico, sólo te salió así. Escribiste que era una canción de tu autoria que te gustaría cantar pero no tenía un por qué específico. No te importaba si eso estaría bien o no, sólo la querías cantar.
- Comienza... - dijo Bautista y miró a cada uno - Peter.
Peter agarró la guitarra y te miró. Entendiste que la canción era para vos y comenzó a cantar sin dejar de mirarte.
- Qué bonita estás, cada día más. Tanto que decir, tanto que reír para no llorar. Sé que puedo controlar mis pensamientos - cantaba sin dejar de mirarte, lo que te ponía aún más nerviosa de lo que ya estabas - pero no consigo callar el sentimiento que es libre como el viento.
Lo miraste y sentiste que el mundo no existía cuando empezaba a cantar con más intensidad.
'No pretendo que lo dejes todo por mi amor, no te digo que conmigo te va ir mejor. Solo pido que no ignores a tu corazón, es el único que siempre tiene la razón. He inventado mil razones para olvidarte, he luchado con mis ganas para no llamarte. Mi promeza siempre ha sido ser un hombre fiel, mi promeza es respetar tu piel. Y no dejaré de amarte aunque estés con él'.
Un escalofrío recorrió todo tu cuerpo cuando él cantó esa parte, lo cantó tan sincero que no pudiste evitar sonreír. Todavía sentías que nadie los estaba mirando, ya todos sabían el por qué de la canción de Peter, pero ustedes no lo sabían.
Gastón miraba la situación desde afuera (por decirlo de alguna manera), los miraba a los dos con cierto dolor en los ojos. Vos no querías lastimar a nadie, pero esa situación era más fuerte que vos. No podías impedir sonreír con esa canción tan linda que te estaba cantando Peter.
'Sobreviviré, pensando en ti lo haré, lo haré. Quedan los recuerdos flotando entre tus besos, anoche lo soñé. Sé que puedo controlar mis pensamientos, pero es imposible callarme lo que siento que me arde aquí muy dentro'.
Un nuevo escalofrío pasó por todo tu cuerpo a la velocidad de la luz. Bajaste la mirada, y empezaste a leer tu canción: 'Me voy, ya no te veo. Me voy, ya no te tengo. Me voy, ya no te encuentro. Me fui tan lejos'...
Era tu turno, preferiste que cante otra persona antes que vos, no estabas segura de poder hacerlo después de sentirte así, tan... rara.
N#
Después de que Eugenia se fue, un vacío quedó en tu corazón y en el aula. Ya no se escuchaba esa risa tan hermosa junto a la de Lali en todo momento. Ya no tenías un motivo preciso para mirar hacia delante toda la hora, ahora solo quedaba dormir o prestar un poco de atención a las clases.
La diferencia horaria que había entre Argentina y España era muy grande, lo cual complicaba que la puedas llamar o hablar por algún otro medio con ella. Cuando ella podía hacerlo, vos estabas en clase o todavía era la madrugada.
- Hola mi amor - dijiste cuando ella te atendió el teléfono. Acá eran las cuatro de la tarde y allá eran las ocho de la noche, aproximadamente.
- Hola mi vida, ¿cómo estás? Te extraño.
- Bien, ¿vos? No te imaginas cuánto te necesito yo.
- Bien, acá. Aburrida. No sabes cuánto extraño estar con vos ahora. ¿Cómo están todos?
- Yo también Euge. Bien, bien. Va, eso creo.
- ¿Y los amoríos? Poneme al tanto.
- Lali y Peter ya casi no se hablan, Lali es como que se quiere olvidar de él porque le hace mal así que se esta acercando a Gas, pero no es lo que en verdad quiere. Rochi y Gas ahora están más distantes que antes. Daky y Agustín siguen en la misma. Candela y Vico están en algo, pero "son sólo amigos". Y yo estoy solito, solito.
- Que locos que están éstas personas. ¡No estás solo, estás conmigo a distancia! - te retó.
- Sí, pero físicamente no estoy con nadie acá que me abrace y me dé besos...
- No me digas así, me pongo mal. El otro día pensé seriamente en comprarme un pasaje y volver, pero me dí cuenta que soy menor todavía y no puedo.
- No quiero que estés mal. Tenes que quedarte allá con tu papá, es sólo un mes.
- Un largo y frío mes.
- Tengo que irme a entrenar con los chicos, mi amor. Te amo más que a mi vida.
- Yo te amo más, y te extraño muchísimo.
- Yo también te extraño muchísimo.
- ¡Dale Nicolás! - se escuchó detrás de la puerta de tu habitación. Reíste y te despediste de Eugenia. Respiraste hondo y saliste.
- Al fin, man - te dijo Pablo. Fueron hasta el gimnasio y comenzaron a entrenar.
E#
Esa tarde habías recorrido gran parte de Madrid sacándole fotos a todo lo que veías. Era tu única distracción y lo único que podías hacer, ya que tu papá no estaba en todo el día por los negocios que tenía que hacer allá. Te compraste mucha ropa, perfumes y más cosas. También le habías comprado cosas a tus amigos como regalo de tu viaje.
Te quedaban tres semanas para volver. Decir eso te hacía sentir que cada vez faltaba menos, en cambio, decir que faltaban veintidós días para volver era como una eternidad.
Cada vez que volvías a tu casa tu papá te esperaba para comer con su triste cara de enojado. Te preguntaba dónde habías estado y con quién, tus respuestas eran siempre las mismas: 'Estuve paseando y comprando cosas con el chófer'. El chófer se quedaba tomando un café mientras vos paseabas, él era el único que podía sacarte una sonrisa en todo ese absurdo y odiado viaje. Siempre tenía una frase para decirte cada vez que te pasaba algo, lo último que te digo fue: 'No ignores a tu corazón'. Fue una frase que te dejó pensando toda la tarde.
- Quiero volver - dijiste después de un gran silencio típico en cada comida.
- Falta - fue lo único que tu papá te dijo antes de levantarse de la mesa.
- Quiero volver - repetiste seria.
- No Eugenia, ahora no.
- ¿Por qué no? ¿Para qué me trajiste acá? ¿Para que me quede encerrada todo el día mirando la tele? ¿Para que la única compañía que tenga fueran tus mucamas? ¿Para que yo sufra me trajiste acá?
- Te traje para que entiendas que ésta es tu vida y no la de la loca ignorante que vive de la musiquita idiota. Quiero salvarte el futuro.
- ¿¡ÉSTA ES MI VIDA!? ¿¡ESTAR SOLA, ENCERRADA, ESO ES MI VIDA!? - gritaste estallando en llanto. Más calmada dijiste: - Mañana me vuelvo a Buenos Aires, con o sin tu permiso. Sea como sea me voy de acá. No quiero ignorar a mi corazón.
- Ignorar a tu corazón, pero por favor Eugenia, por favor...
- ¿Por favor me pedís a mí? Por favor pedite a vos, dejame vivir mi vida y vos ocupate de seguir la tuya papá. No quiero ser como vos, no quiero sentirme mejor que nadie porque no lo soy. No quiero soberbia, no quiero arrogancia, no quiero avaricia. Quiero amor, felicidad, ¡vida!

Ésta historia continuará.

viernes, 1 de junio de 2012

Historias I:


Capítulo XVII: Adiós para siempre.
E#
Hoy es el día. Hoy te tenes que despedir de todos tus amigos al menos por un largo, largo tiempo. Hoy iba a ser el último día que estarías con el hombre de tu vida. Hoy sería tu último beso, tu último abrazo, tu último 'te amo' frente a frente, la última mirada, el primer adiós.
- No me quiero ir chicas - les decías a tus amigas después de que te hayan levantado con un fuerte abrazo de despedida. Las lágrimas empezaban a aparecer en tus ojos.
- No podemos hacer nada para que te puedas quedar - te dijo sin más Candela. Ella estaba más mal que María, ya que ésta estaba de acuerdo con tu papá en que no podías salir con cualquiera que no esté a tu mismo nivel social.
Terminaste los últimos detalles con los ojos inyectados en lágrimas. Todos te vinieron a saludar por última vez, menos Nicolás. 'Está en el gimnasio' te dijo Mariana, no sabías por qué no quería ir a verte. Antes de que te vayas, Mariana te comentó que a Nicolás no le gustaban las despedidas porque eran signo de un adiós para siempre y ésta vez no lo iba a ser.
No te importó lo que él pensara, vos querías un último beso que perdurara hasta que volvieras en tus labios. Lo encontraste entrenando en el gimnasio tal como te había dicho Mariana. Él no se dio cuenta de que vos lo estabas mirando desde lejos.
- Yo sé que las despedidas no te gustan, - empezaste a hablar acercándote a él - que pensás que significan un adiós para siempre. Pero yo necesito que esa despedida me deje marcada la piel hasta que vuelva a verte, a besarte, a abrazarte. Necesito irme con un beso tuyo en los labios que dure hasta el último día de mi viaje. Necesito que sepas que ésta despedida no significa un adiós para siempre, sino un hasta pronto. Yo voy a volver y todo va a ser como era antes. Pero necesito una despedida.
Se acercó a vos. - Jurame que no va a ser un adiós...
- Te lo juro por nuestro amor.
Se hundieron en beso lleno de amor, en un abrazo fuerte, en un llanto de despedida. Se hundieron en un 'hasta pronto' lleno de amor y tristeza.
- No quiero que estés mal porque yo no voy a estar éstos días. Quiero que sigas con tu vida pero sin olvidarte de que en algún lugar del mundo estoy amándote y extrañándote.
- No quiero estar mal por vos, quiero recordarte sonriendo como siempre, hasta que vuelvas.
N#
Ya era tarde, trataste de impedir que el padre se la llevara del colegio de mil formas. Pero fue en vano. Viste como el auto se alejaba entre los demás, viste como el amor de tu vida lloraba saludándote, viste como tu vida se iba en ese auto.
Volviste a entrenar con bronca por no poder impedir que Eugenia se vaya, todos te decían que no era tu culpa, que hiciste todo lo que tuviste a tu alcance, que ella iba a volver.
En un pequeño lugar de tu corazón pensaste que en verdad tuviste la culpa, si nunca te hubieras enamorado de ella, si nunca la hubieras besado, si el primer día que la viste no le hubieras sonreído así, nada de esto estaría pasando.
- Nada de esto hubiera pasado... - te repetiste para vos mismo.- ¿Por qué me tuve que enamorar?
- Porque la vida es así - contestó alguien detrás tuyo. Era María, estaba muy linda vestida. Venía a entrenar, como vos.- Uno se enamora de quién no debe ¿no? Pero existen maneras y maneras de olvidarnos de ese amor, más cuando se va lejos y nunca va a volver - te dijo provocativa.
- Ella va a volver.
- Eso es imposible gordo. Es obvio que Fer no va a dejarla volver de ninguna manera. ¿Querés que te muestre cómo quedó nuestra habitación? Vacía totalmente, se llevó todo. Porque no va a volver...
- Ella va a volver - repetiste.
- Tenes miles de maneras de olvidarte de ella, y tenes una frente a tus ojos.
Claramente quería que estés con ella, eras un capricho de nena rica. Eras un probar para ver qué es lo que se siente estar con alguien de niveles inferiores al suyo. Eras eso y no le ibas a dar el gusto de serlo realmente.
- No me quiero olvidar de Eugenia, ella va a volver - repetiste por última vez y te fuiste.
- ¡Si te arrepentís, sabes dónde estoy bombón! - te gritó.
No querías estar con María, no querías olvidarte de Eugenia. Vos la amabas con todo tu ser, a más no poder. No le ibas a ser infiel ahora que ella no estaba, no le ibas a creer a María lo que decía. No ibas a caer en su juego.
G#
Estabas solo tirado en el pasto mirando el cielo, cuando te diste cuenta que alguien se acostó al lado tuyo. Miraste y era Mariana. Miles de cosquillas recorrieron todo tu cuerpo, el hecho de estar mirando el cielo con ella te provocaba una sensación inexplicable.
- ¿Qué ves? - te preguntó.
- La inmensidad de lo eterno - le dijiste sin sacar tus ojos de las nubes que pasaban sobre ustedes.
- Yo veo en esa nube una oveja, no sé vos con tu mente imaginadora qué dibujo tendrá esa nube.
Reíste.- Es verdad, pero yo me refería a lo grande que es el cielo eterno.
- Y sí, Gas. Es inaudito.
- Infinito se dice.
- No me corrijas Gastón - un silencio no incómodo surgió después de que reíste. Se miraron y quedaron así por unos minutos. Pensaste seriamente en besarla por primera vez, pero llegó Rocío y te descolocó la situación.
- ¿Qué hacen gatos? - dijo acostándose del otro lado tuyo.
- Miramos la inmensidad de lo eterno de la nube que tenía forma de oveja - le comentó Lali.
Ahí estabas, entre tus dos "amores". Entre la rubia y la morocha. Entre la espada y la pared. Entre Rocío y Mariana. Las miraste a cada una de ellas, las dos tenían algo especial que te atrapaba. Miraste el cielo en busca de respuestas, pero obviamente no te dio ninguna. No escuchabas lo que ellas estaban hablando, sólo sabías que buscaban las formas de las nubes. Vos, en cambio, buscabas una respuesta para calmar tu dolor por la indecisión que se enfrentaba ante vos por primera vez.
M#
No sabías qué hacer con Peter, después de esa mirada que te regaló Gastón esa tarde mirando "la inmensidad de lo eterno de la nube que tenía forma de oveja" tu mundo se descolocó. La estantería se calló, la bujía se empastó, y el motor se tapó de nafta vieja.
A Rocío no le podías contar lo que te pasaba por lo que ella estaba sintiendo por Gastón últimamente, a Daniela tampoco porque sabías que, sin maldad alguna, algo se le iba a escapar. Eugenia no estaba, y Nicolás no sabías si te iba a dar bola. Intentaste hablar con él mientras tocaba la guitarra en su habitación.
- Necesito contarte cosas que me están pasando - le dijiste sentándote a su lado.
- ¿Qué te está pasando? - dijo dejado su guitarra.
- Estoy confundida. No sé qué hacer con Peter, no sé qué hacer con Gastón. Es como que estoy atrapada entre la espada y la pistola, - 'pared' te corrigió Nico - bueno no importa, no sé qué hacer. Peter viene y me dice que se la quiere jugar por mí, que me ama y que siempre lo va a hacer, que cambió por mí. Y Gastón está siempre en los peores momentos, me saca una sonrisa, me dice que me ama y que no es como Peter, que él me ama de verdad y no me va a lastimar nunca. Y yo no sé qué hacer, le dije a Peter que no quería estar con él pero, en realidad, sí quiero. Pero a la vez, está Gastón y... - respiraste hondo - no puedo más con ésto.
- Estás jodida Lali - te dijo abrazándote.- Pero nunca hay que tirar la toalla, yo creo que tenes que ver lo que te está pasando con Peter, vos lo amas, eso es obvio. Tenes que hacer que te demuestre que podes volver a confiar en él, tenes que hacer que te demuestre que se la juega de verdad por vos. Y lo de Gastón... no sé, él es mi amigo y también te ama. Yo le dije que vos estabas enamorada de Peter y que eso no lo iba a poder cambiar, pero él insiste en conquistarte. Es muy buen pibe y es de los pocos que quedan que no te van a fallar nunca. Pero vos lo queres como un amigo y él lo tiene que saber. Tampoco es lindo ilusionar a las dos personas y jugar con sus sentimientos...
- ¡Y es eso lo que no quiero! ¡No quiero jugar con los sentimientos de nadie! Sabes bien como soy yo, no juego con nadie. Te pido que me ayudes, que me guíes, que me ayudes a no caerme.
- Voy a estar con vos.
Siguieron hablando varias horas más hasta que terminó el día escolar. Volviste a tu habitación y te encontraste con una carta que decía 'cada vez estás más solita, Gastón se va con Rocío y Peter te miente. Que feo ¿no?'; sentiste escalofríos recorrer todo tu cuerpo, no sabías quién te estaba molestando pero lo ibas a averiguar.
P#
Cada vez te convencías más de que lo que Lali te había dicho era cierto. Cada vez que la veías estaba con o cerca de Gastón. Tenías miedo de que éste le haya llenado la cabeza en tu contra, que la haya convencido de que vos le ibas a hacer mal, de que no eras lo que ella estaba buscando. Pero en cambio él sí, él sí era el que estaba siempre, él sí era quién la amaba, él sí era lo que ella buscaba. Él sí y vos no.
'Sigo sin resignarme a la idea de perderte para siempre' le escribiste un mensaje y, dudando, se lo mandaste. Ella no te contestó pero en algún lugar tenías la certeza de que lo leyó.
Agarraste un papel y empezaste a componer una canción, ¿Dónde estás? la titulaste. Sin pensar lo que escribías, te volcaste de lleno en ella. Le pusiste un ritmo y la empezaste a cantar.
- A veces siento cosas que no son verdad. El miedo de olvidarte me hace despertar - cantabas tu canción, estabas solo en tu habitación hasta que alguien entró. Era Gastón y Mariana, se escuchaba su hermosa risa desde el pasillo.- Y quiero recordarte, tal como te vi, sonriéndome a lo lejos, cuando me despedí - seguías cantando con más ganas, pero sin intención de poner mal a nadie.
- Vinimos a buscar unas cosas, ¿podes seguir cantando después? - te preguntó Gastón, negaste con la cabeza y seguiste tu canción: 'Dónde estás, dónde fue, dónde el beso se hizo sal. Dónde el sueño hace mal y no tenerte es mortal.'
- ¿Gas, me dejas hablar un rato con él? - dijo Mariana, al fin. Gastón se fue no muy convencido de dejarla sola con vos, sabías claramente que estaba escuchando atrás de la puerta.- Mira Peter yo... lo que te dije el otro día...
- No me tenes que explicar nada. Yo sigo sin resignarme a perderte. No quiero decirte adiós para siempre - la interrumpiste.
- Yo tampoco te quiero decir adiós, pero necesito que me entiendas. No es fácil para mí que un día me quieras y que al otro aparezca alguien y desaparezcas de mi vida. No es fácil verte un día con alguien aparentando estar re bien y al otro día que vengas y me digas que te la jugas por mí.
- Yo no tuve la culpa de que mi viejo quiera alejarme de vos, nunca estuve bien con Valentina, si sonreía era porque te imaginaba a vos y recordaba lo feliz que eramos juntos. Nunca le presté atención a lo que me decía, hasta que un día me decidí a enfrentar mis problemas porque alguien me enseñó a no tirar nunca la toalla - hablabas por ella.
- Creo que lo mejor es distanciarnos un tiempo... para poder aclarar mis problemas. Que no sólo llevan tu nombre, sino que también me están mandando cartas con cosas horribles que me atormentan.
- ¿Qué? ¿Quién? - te preocupaste. Tenías miedo de lo que se decía en el colegio, sea verdad.
- Si supiera lo uso como bolsa de boxeo, pero no sé y... a nadie se lo conté... - miró para abajo - sólo a vos.
En un punto te sentías feliz por saber que eras el único que lo sabía y en quién ella confió para contárselo, en vez de a Gastón. Le dijiste que te mostrara lo que le mandaban así la podías ayudar y ella se negó, decía que quería encontrarlo sola y que si necesitaba ayuda serías en quién iba a buscar primero.

Ésta historia continuará.

viernes, 18 de mayo de 2012

Historias I:


Capítulo XVI: De los errores se aprende.
G#
Pasaban los días y aunque no podías olvidarte de Mariana, estabas más cerca de Rocío. Se había generado una amistad especial entre ustedes. Se reían de cada cosa que uno de los dos decía sin saber por qué. Te encantaba estar así con ella pero no te gustaba a la vez. Sentías que la estabas usando para olvidarte de Mariana, y era lo que de alguna u otra forma querías hacer.
- Gas, ¿no te enojas si te pregunto algo de corazón? - te preguntó un día que estaban hablando sentados en el borde de la pileta.
- No, decime - tenías miedo que te pregunte por Lali.
- ¿Vos me estás... no sé cómo decirlo, usandome para olvidarte de Lali?
Un escalofrío recorrió todo tu cuerpo, no le podías mentir a ella.
- No te estoy usando, no me gusta usar a la gente - le dijiste. Te sentías un poco culpable después de que ella te abrazó y te dijo que se ponía contenta de que no te estés enamorando de ella porque no sabía amar a las personas y no quería lastimarte. - No es difícil aprender a amar.
- Pero yo no sirvo para esas cosas, soy feliz siendo seca con las personas que intentan...
- ¿Conquistarte?
- Sí.
- Pero conmigo no fuiste seca, es más, vos me viniste a hablar a mí - la notaste un poco nerviosa. - Quiero decir que no fuiste seca conmigo aunque no intente conquistarte. Lo que pasa es que cuando te conocí no me tratabas bien - reíste para descontracturar la situación.
- Soy reacia a conocer a las personas porque generalmente me fallan y después soy yo la única que está mal.
- Pero de los errores se aprende, Ro - le dijiste en forma de consuelo.
- Sí, por eso soy así. Aprendí que en la vida si sos flojito te pasan por arriba, en cambio si sos frío sos feliz.
M#
Eugenia se iba, Peter cada vez estaba más lejos de vos, Nicolás no te estaba prestando atención, Gastón ya no era lo mismo que antes, Rocío estaba todo el día con Gastón, Daniela estaba todo el día en la cafetería y con Agustín, Victorio estaba en la suya; y vos sola como siempre.
Uno de esos días tristes y feos para vos te llegó un mensaje que decía 'de los errores se aprende Marianita, ¿estás solita?'; a lo que contestaste 'si pensas eso, vení y decímelo en la cara'.
Peter se acercó a vos y (como buena desconfiada) le empezaste a decir que tenía razón, que de los errores se aprende y vos habías aprendido excelente de él que fue tu gran error.
- No te entiendo. No sé lo que me querés decir - te decía. Claro, ahora se hacía el desentendido.
- ¿Vos me estás cargando? Me mandas un mensaje que dice que de los errores se aprende y me preguntás si estoy sola, te contesto si pensás así que me lo digas en la cara y ¡venís acá!
- Pero yo no te mandé ningún mensaje, venía a decirte que corté con Valentina para jugármela por vos...
Te quedaste helada con sus palabras, ¿era de verdad lo que te estaba contando? Sin decirle nada te fuiste, a llorar, sola. Sentiste que alguien se sentaba al lado tuyo y sin decirte nada supiste quién era.
- ¿Por qué llorabas? - dijo después de que te calmaste un poco.
- No sé.
- ¿Lo necesitabas?
- Sí, igual no hace falta que me digas nada. Anda con Ro que seguro te está esperando.
- No, me quiero quedar con vos.
- ¿Por qué?
- No sé - te dijo riéndose al darte la misma respuesta que vos anteriormente.
- Me siento sola, Gas.
- No estás sola, Lali. Yo estoy con vos.
- No, vos estás con Rocío. Nicolás con Eugenia, Eugenia se va con el padre. Rocío está con vos. Daniela se desvive por la cafetería y por Agustín. Victorio no le da bola a nadie. Y Peter...
- Es por él todo esto, ¿no?
- Peter que se va con Valentina y después vuelve diciéndome que se la quiere jugar por mí... - dijiste estallando en llanto.
- Nunca te voy a dejar sola y ya te dije que él no es para vos. Aunque no me quieras a mí como lo querés a él, abrí los ojos y date cuenta que él te lastima, Lali.
P#
Habías escuchado todo lo que hablaron Gastón y Mariana. Era obvio que Gastón quería estar con ella y tratar de que entienda que vos eras un error en su vida del cual tiene que aprender.
- ¿Vos pensas eso de mí, Lali? - dijiste metiéndote en su conversación.
Viste como Mariana te miraba con los ojos llenos de pena y dolor, no querías ni pensar que ella creía que vos eras un error en su vida, que vos lo único que querías era lastimarla como lo hacías antes de conocerla.
- ¿Por qué no te vas Peter? - te contestó Gastón.
- Vos en esto no te metas - le contestaste sin dejar de mirar a Lali.
- Peter yo... - dijo ella y tu mundo se paralizó. Tenías miedo de lo que podía decirte. - Yo no sé si vos sos un error en mi vida, lo único que sé es que no quiero estar con vos. Otra vez...
Tus ojos se llenaron de lágrimas, miraste a Gastón y, aunque sus gestos no lo demostraban, estaba feliz por lo que Lali había dicho.
- Ok, si vos te sentís mejor así... Lo único que quiero que sepas es que yo cambié por vos. Vos me enseñaste a amar y a valorar a las personas. Y me odio por haberte perdido. Te amo y siempre lo voy a hacer.
Lloraste un río por ella, lloraste como nunca lloraste en tu vida. Sentiste que tu mundo se terminaba. Y sí Peter, de los errores se aprende. Ahora tenés que aprender a vivir sin ella, aceptar que la lastimaste y ella no te puede perdonar.
Le contaste a Eugenia todo lo que había pasado. Te culpaste por haber sido tan estúpido y no haber dejado a Valentina desde que llegó. Ella te decía que no la habías perdido del todo, que siempre una mujer dice eso para poder acallar un poco el dolor de aceptar que ni tu cuerpo ni tu alma pueden seguir amando a alguien que en algún punto les hace mal. Dicen eso para intentar calmarse y poder seguir adelante, para entender que nadie ni nada te hace tirar la toalla.
Esa frase siempre te hacía acordar a Lali, "no hay que tirar la toalla". Entendiste los por qués de las mujeres, también entendiste que nunca las ibas a entender en toda tu vida.
- Es eso, a las mujeres nos gusta decir eso pero a la vez nos gusta que nos vuelvan a conquistar, que no bajen los brazos por nosotras - continuó Euge.
- Pero ella es distinta a las demás, ella siempre te dice las cosas y son así...
- Creeme a mí, Lali es una mujer y casi todas las mujeres somos así, y más en ésta ed
Intentaste hacerte la cabeza de que era así, pero tu miedo seguía vivo. Sabías que Lali no era como las demás, que ella las cosas las decía en serio porque no le gustaba andar con vueltas. Aunque era desconfiada, era muy frontal.
N#
Con esto de que Eugenia se iba, sentías que habías dedicado toda tu atención en estar todo el día con ella y te habías "olvidado" que tenías amigos. Ellos no te reclamaban nada ya que entendían que para vos la partida de Eugenia significaba mucho dolor.
Un día estabas viéndola terminar su exámen de geografía y te dabas cuenta que cada vez la amabas más y que ni tu corazón ni tu mente ni tu cuerpo iban a poder despegarse de ella ni un solo minuto.
No sabías bien qué te atrapaba tanto de ella, pero así lo sentías. Como un imán en sus corazones que los atraen y no los deja despegarse.
Por un lado, no aceptabas la idea de tener que dejarla ir por un tiempo. Pero por otro, entendías que ella necesitaba un tiempo a solas con su papá y así poder hablar con él seriamente. Eso se lo habías explicado y ella lo entendió, tampoco quería dejarte e irse fuera del país pero estaba de acuerdo con la idea de estar a solas con su papá y aclararle como eran las cosas y lo que habías logrado cambiar en vos.
En este último tiempo sentiste por fin que la felicidad se había hecho presente una vez en tu vida. Tenías lo que siempre habías soñado: una mujer que te ame y una razón por la cual seguir adelante. Pero automáticamente te dabas cuenta que siempre que fuiste feliz, esa felicidad te duraba poco tiempo. Te separaban de tus papás adoptivos que te trataban exelentemente bien, te separaban de tus amigos, te separaban de tus nuevos papás adoptivos, te separaban de tu novia. Por suerte de lo que nunca te separaron fue de Lali.
Fuiste a buscarla para saber cómo estaba ya que con todo lo que te estaba pasando no pudiste hablar ni un segundo con ella.
E#
Faltaba una semana para irte del país. Una semana para dejar tu razón de seguir en Argentina mientras vos viajabas a Estados Unidos, una semana para no volver a ver a tus amigos y al amor de tu vida.
No sabías cuánto tiempo estarías allá pero deseabas con todas tus fuerzas que no sea por mucho, porque no soportarías estar sin las personas que amás tanto tiempo.
Le rogaste a tu papá que no te llevara, pero siempre fue en vano. Su 'no' persistía cada vez que lo llamabas para intentar quedarte una vez más.
Cada hora que pasaba te sentías más lejos de lo que amabas, de tus amigos, de tu novio, de tus cosas, de el grupito que habían armado con Peter, Lali, Nico y Gas para cantary distraerse un poco.
Mirabas cada rincón de ese colegio que conocías como si fuera tu propia casa (porque así lo era, habías vivido prácticamente más allí que en tu casa), conocías cada detalle y, aunque por momentos lo odiabas, lo extrañarías y no podrías vivir sin sentir el sonido del timbre de inicio de clases.
Tu mayor error fue sentirte más que cualquier persona, ahora que cambiaste y aprendiste a amar estás pagando las consecuencias. De los errores se aprende y aprendiste que amando todo puede cambiar para bien.

Ésta historia continuará.

viernes, 4 de mayo de 2012

Historias I:


Capítulo XV: Cambios.
M#
Tenías miedo de perder la amistad que tenias con Gastón, tenías miedo de que se ilusione con vos. Sabías bien que no iba a pasar nada entre ustedes porque lamentablemente estabas enamorada de Peter. El chico más mujeriego del colegio, el que hacía sufrir a quien se enamore de él, el que no le importaba nada más que su fortuna y su reputación, el que no sabía valorar el amor de una verdadera mujer, el que no conocía el amor. De ese te enamoraste, como buena estúpida. Todo sería mejor si te hubieras enamorado de Gastón. El chico tierno y dulce que demuestra quererte a cada paso, el que te dice que te ama cada vez que lo siente, el que te hace sentir única, el que te jura su amor cada día que pasa, el que no te es infiel, el que te valora, el que está con vos siempre. De ese no te enamoraste, como buena estúpida.
- ¿Por qué hago las cosas al revés? - te preguntabas.
Pensaste seriamente en olvidarte de Peter y tratar de enamorarte de Gastón, pero aún así, no podías olvidarlo. Pasaban los días y cada vez intentabas estar más cerca de Gastón y más lejos de Peter. Pero todo te unía a él.
- Todos los caminos conducen a Roma - te dijo Eugenia detrás tuyo cuando mirabas a Peter hablando con Valentina seriamente. Te diste vuelta y ella te sonrió, te entendía tanto a pesar de que se conocían muy poco.
- ¿Pero por qué? Si yo lo quiero olvidar, quiero sacármelo de la cabeza, ¡él me hace mal!
- Pero no podes, porque las mujeres somos así, rebuscadas, nos gusta lo imposible, lo que nos hace sufrir. Pero nunca hay que dejar que un tonto como es Peter - 'menos mal que era el amigo' pensaste - te pisotee.
- Menos mal que era tu amigo - le dijiste. Vos nunca te callabas nada... bueno, casi nunca.
- Es mi mejor amigo, pero bueno, es medio tonto en ese caso. Él nunca se enamoró, él nunca lloró de verdad por una chica, porque siempre tuvo a las que quiso a sus pies. Él está aprendiendo a sufrir por amor recién ahora Lali, vos lo cambiaste y para bien.
¿De verdad era así la cosa? ¿Vos habías cambiado la forma de ser de Peter?
- Vos hiciste que abra los ojos y madurar. Antes era un nene de papá que creía que se las sabía todas, un chanta, eso era. Ahora es una persona llena de ilusión, que quiere luchar por los sueños que una vez fueron tapados por una soberbia terrible... Lali, abrí los ojos vos también, no te lastimes más.
No creías mucho en lo que Eugenia te decía. Como siempre, vos creyendo algo de alguien que quiere que abras los ojos, vos siempre tan desconfiada. Y sí, tu destino era sufrir las consecuencias de ser una chica pobre y madura a los golpes. Eras reacia al amor. ¿Por qué siempre que amaste de verdad algo o alguien todo terminaba mal? Amabas a tu familia adoptiva, eras feliz. Te separaron de ellos y te internaron en un orfanato. Amabas cantar, bailar, reír, con tus amigos del orfanato (en el cual no eras tan feliz, pero estando con ellos todo era diferente). Fuiste trasladada a otro donde todo era oscuro y no había risas, sólo llantos. Amabas a la pareja que los había adoptado a Nicolás y a vos, eras feliz nuevamente. El juzgado te internó en este colegio. Amabas a Benjamín a pesar de todas las cosas que él te hacía. Te separaron de él y supiste lo que en verdad era. Amas a Peter. Él está con otra.
El único amor que nunca te faltó fueron tus guantes de box. Fuiste al gimnasio y comenzaste a boxear, te enceguecías y dejabas todo en una pelea. Nunca tirabas la toalla en ese situaciones.
- Ahora que te veo boxear te tengo miedo - dijo alguien atrás tuyo. Era Peter, su voz te movió la estantería y el saco de boxeo que estabas golpeando chocó contra vos y caíste al suelo. - ¡Lali! ¿Estás bien? - dijo cuando corrió al ver que te caías.
Estaban nuevamente tan cerca uno del otro, estaban tan juntos mirándose a los ojos sin saber bien qué decir.
P#
- Gordo, ¿qué haces? - esa voz irritante proveniente de Valentina interrumpió ese momento tan lindo que estabas llevando con Lali. La ayudaste a pararse y la miraste sonriendole.
- Esto no queda así no más - le dijiste al oído y te fuiste con Valentina.
Estabas con ella recordando los ojos llenos de miedo que tenía Mariana en el momento que la agarraste antes de que caiga al piso. Sonreías acordándote de cada detalle de su rostro, de su cuerpo, de su alma.
- Amor, ¿me estás escuchando? - dijo Valentina interrumpiendo tus pensamientos. Asentiste mintiéndole y ella continuó hablando sobre ella, como siempre. - Te decía que fui al shopping y me compré... - No la escuchabas, mirabas a la nada recordando a Mariana. Lo que fueron, lo que eran. Estabas decidido a cortar con esa mentira y volver a conquistar a Mariana, volver a sentir que eras feliz por primera vez, volver a amar por primera vez.
No podías creer que la llegada de alguien que no te imaginabas que llegaría cambió completamente tu vida. Cambios hermosos y para bien. Dejaste de ser el chico arrogante y soberbio del colegio, a ser una persona completamente nueva. Alguien que está aprendiendo lentamente qué es el amor, qué es ser feliz sin necesitar un peso de por medio.
Antes creías que la felicidad era estar rodeado de minas que te besen y tener millones de pesos para gastar en boliches, chicas y demás. Ahora sabes que la felicidad es sonreír y ver sonreír a la persona que amas. La felicidad es amar.
- Valen, - dijiste interrumpiéndola - yo te quería decir algo que desde que llegaste te quiero decir...
- Hay gordo, ¡no me digas que queres que seamos novios oficiales! - se ilusionó ella.
- No - dijiste cortando esa ilusión. - Quiero que terminemos con esta farsa. Sabes que estás acá sólo porque mi papá lo quiso, pero él no manda más sobre mí. Yo soy una persona completamente distinta a lo que era cuando me conociste. Yo ya no quiero estar mintiéndote más a vos ni a mí mismo. Amo a otra chica y ella me hace feliz sólo con verla sonreír.
- ¿Me estás queriendo decir que no vamos a estar juntos y no me amas?
- Sí.
- Ok, no me importa, ¿sabes? Porque yo no voy a dejar de conquistarte cada día y voy a lograr que vuelvas a ser la persona que eras antes. Porque eso lo llevas en las venas Peter, sos un Lanzani gordo. No te olvides - dijo yéndose.
Ya está Peter, ya se lo dijiste. Y aunque ella diga que quiere intentar cambiarte de nuevo, no va a poder porque tu amor por Lali es más fuerte que cualquier intento de volver al pasado.
N#
Eugenia seguía sin atenderte el teléfono. Le preguntaste a María qué pasaba y ella te dijo algo que te desconcertó:
- Eushi se dio cuenta de lo que eras y simplemente no quiere cometer el mismo error otra vez. ¡Jugó con vos, Niquito! Aceptalo gordi. Vos necesitas a alguien de tu nivel, alguien bajo como vos. No una diosa del primer nivel como Eushi, gordo. Ella nunca va a estar con vos, entendelo. Es por tu bien.
No sabías si era verdad o sólo quería que te alejes de ella. Odiabas tanto a María, odiabas su soberbia y su arrogancia. Pero hasta no hablar con Eugenia no te ibas a conformar, si ella estaba jugando con vos te lo tenía que decir en la cara y no a través de sus amigas.
Encontraste a Candela y ella te aclaró un poco más el panorama:
- No sé gordo por qué no te atiende el celu. No debe tener batería o lo mandó a arreglar, porque, entre nosotros no, siempre que se pelea con su daddy rompe el celu - rió. - Tranquilo gordi, no pasa nada.
Candela, a pesar de su tono irritante de voz, te caía mejor que María. No era tan soberbia ni arrogante, era mejor un intento de eso. Ella quería ser como sus amigas pero nunca lo lograba porque tenía otra esencia.
Seguías preocupado por Eugenia, pero querías despejarte un poco en la clase de gimnasia. No lograste hacerlo e hiciste cualquier cosa en la cancha. Ni vos ni tus amigos podían creer lo que te estaba pasando.
- ¡Y bueno loco! ¿Qué queres que haga? No me fue bien en un entrenamiento, EN-TRE-NA-MIEN-TO - deletreaste - ¿entendiste? - le explicabas a Peter que te reclamaba tus malas jugadas.
Llegaste a la zona  de los cuartos de los varones y la viste esperándote en la puerta de tu cuarto de espaldas.
- Al fin aparecés - le dijiste. No pudiste ser más bueno porque no estaba de buen humor.
Ella se dio vuelta y te diste cuenta que estaba llorando. Te acercaste a ella y la abrazaste con todas tus fuerzas, ella te devolvió aferrándose a tu pecho llorando como nunca la viste.
- Mi amor, ¿qué pasa? - le dijiste después de invitarla a pasar a tu cuarto.
- Mi papá... me dijo que... - cada palabra que decía era un llanto más profundo - se iba del país...
- Tranquila...
- Conmigo - terminó diciéndote. La miraste a los ojos y la abrazaste como nunca. No querías perderla.
E#
Cuando tu papá se enteró que estabas saliendo con ese rubio que entró por medio de un juzgado y venía de orfanatos, quiso separarte de él a toda costa. 'No podes caer ta bajo Eugenia' fueron las últimas palabras que le escuchaste decir antes de escaparte de tu casa.
- Por eso no te contestaba las llamadas, mi celular lo tenía él porque no quiere que estemos juntos - le explicaste.
- No te puede manejar tu vida, Euge.
- Pero lo hace, no entiende que yo cambié, que no soy la misma de antes. Dejé mi soberbia de lado, ya no me creo mejor que nadie por venir de una familia adinerada. A mi ya no me importa lo que los demás piensen de mí, a mi solo me importas vos y mis amigos. Solo eso, nada más.
Él te abrazó y se hundieron en un beso lleno de amor, 'no te vas a ir' te dijo al oído; 'como que me llamo Nicolás Riera, vos no te vas a ir' te decía. Confiabas en él ciegamente y si te decía que no te ibas a ir, no te ibas a ir.
Los días pasaban y la fecha del viaje se aproximaba. Les contaste a tus amigas todo con lujo de detalles y, como siempre, la única que estuvo de acuerdo con tu papá fue María.
- Y sí gordi, vos no podes estar con cualquiera - decía.
- Cualquiera sos vos jirafa mal estirada - le contestaba Mariana. - Euge, no te vas a ir. Tranquila - intentaba calmarte.
- Ayúdenme, no quiero irme con él.
Mirabas a cada uno de tus amigos y pensabas que vos eras la única que podría tener esos problemas. Peter era uno de los únicos que más te podía entender, ya que sus padres tenían prácticamente la misma mentalidad.
- Sólo tenes que enfrentarte a él y decirle lo que pensas. No tenes que dejar que te maneje como antes, tenes que demostrarle que cambiaste, que abriste los ojos - te aconsejaba tu mejor amigo, tu hermano.
Hablaste también con Pablo, otro de los que pasaban por tu misma situación:
- Euge, yo por no tener el coraje suficiente para enfrentarme a mi viejo, me perdí dos años de estar con ustedes por ir a Francia. Estar lejos de tus amigos es lo peor, no hagas como yo. De corazón te lo digo.
Todos, menos María, te decían que enfrentes a tus papás. Que les expliques tranquilamente todo lo que dejaste de ser y lo que sos ahora. Que le expliques la razón de tu cambio, que le digas que te enamoraste y estás dispuesta a renunciar a todo por Nicolás.
G#
Ahora sí que estabas cada vez más lejos de Mariana, veías como se acercaba cada vez más a Peter de nuevo. Era evidente que el amor para vos no era de buena suerte. O quizás vos te enamorabas de quienes no debías.
Quisiste olvidarte de Mariana, pero fallaste en el intento. No podías, pero debías. Quizás fijándote en otras chicas lo lograrías. Pero... ¿en quién?
- Hola gato, ¿cómo andas? - dijo con su simpatía Rocío. Raramente ella te hablaba, nunca te habías puesto a pensar lo linda que era. Quizás en ella encontrarías la salida a ese amor no correspondido.
- Hola Ro, bien ¿y vos? - tenía una sonrisa realmente hermosa. Hablaron por un rato largo hasta que el timbre de finalización del día los asustó. Se rieron y quedaron mirándose fijamente por unos segundos.
Todo en tu mente y tu corazón daba mil vueltas, Rocío tenía algo especial que te hacía reír y sentirte raro a su lado. Pero Mariana tenía ese carácter único que te enamoraba todos los días. Decidiste avanzar con ese algo especial que te hacía sentir Rocío.

Ésta historia continuará.

sábado, 21 de abril de 2012

Historias I:


Capítulo XIV: Felicidad.
E#
¿Qué ibas a hacer con Nicolás? Después de que él te dijo las razones por las cuales no habló aquél día, no hablaron nunca más. Si se cruzaban el clima se tornaba tenso, nervioso, incómodo, porque los dos no sabían qué hacer con lo que les estaba pasando.
Dos días después de todo lo que pasó, volvieron a cruzarse pero ésta vez no iban a poner excusas, no iban a quedarse callados, no iban ignorarse ni a esquivarse. Esta vez iban a hablar.
- Nico yo... - empezaste diciendo.
- Sh - te cayó él poniendo uno de sus dedos en tus labios.- No hacen falta las palabras para explicarte lo que te tengo que decir.
- No quiero que te quedes mudo otra vez. Habla - le dijiste seria, no querías que él juegue con vos como muchos otros lo hicieron.
Él negó con la cabeza y te besó. Ese beso (real, por supuesto) dijo más que mil palabras, él tenía razón cuando dijo que no se necesitan las palabras para explicar lo que te quería decir. Con ese beso te dijo que te amaba, que estaría por siempre junto a vos.
- ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? - dijiste sonriendo.
- Nada que vos no quieras.
- Ok - dijiste y lo besaste.
N#
'Pude lograr lo que nunca otro hombre pudo lograr: demostrarle de verdad que había tanta pasión junta dentro de mi corazón.' Cantabas, después de una tarde entera junto a la persona que más amabas en el mundo.
- ¿A qué se debe esa sonrisa? - te preguntó Gastón.
- A que soy la persona más feliz, Gas.
- ¿Y a qué se debe esa felicidad?
Le contaste todo lo que había pasado con Eugenia, él se alegró por vos y te contó que sentía que cada vez estaba más cerca de Mariana. Te angustiaba saber que ella estaba ciegamente enamorada de Peter, lo cual eso él no lo sabía. No querías romperle esa burbuja que se había creado llamada ilusión, pero tampoco querías seguir mintiéndole.
- Mira Gas, yo te voy a decir algo porque la conozco a Lali... primero no quiero que lo tomes a mal, segundo es un consejo de amigos. Yo creo que ella no es para vos, es como que vos sos muy... muy...
- ¿Romántico? ¿Sensible? - preguntó él tratándote de ayudar.
- No... bué, no sé. Sos muy distinto a ella, ella es como una chispita caliente que salta de las llamas grandes del fuego de la parrilla cuando vas a hacer asado - vos y tus ejemplos tan geniales. Te admirabas.
- Vos y tus ejemplos, no me importa que seamos distintos, yo voy a hacer todo lo posible para estar con ella.
- Gastón, de verdad te digo, no te compliques la vida. Buscate otra chica.
- Lali está con Peter, ¿no? - ¿Por qué tenían que existir esas preguntas a las cuales no tenes respuestas? Esas que te ponen entre la espada y la pared, entre la verdad y la mentira, entre el dolor y la felicidad. - El que calla otorga - dijo yéndose de la habitación.
Te quedaste pensando en cómo se puede arruinar la felicidad de alguien con sólo unas palabras y cómo se puede crear la felicidad de otro también con palabras, pero en este caso, con hechos.
La llamaste a Eugenia pero te atendió el contestador, no querías parecer un desesperado pero necesitabas verla. 'Hola Euge, soy Nico, perdoname si te molestó ahora pero tengo que decirte algo importante. Cuando escuches éste mensaje, llamame' dijiste después de que el contestador emitiera ese sonido.
Esperaste media hora, una hora, dos horas y no te contestaba. ¿Se habrá cansado de vos? ¿No te querrá llamar? No, quizás esté ocupada. Pero si ella te dijo que cualquier cosa la llames y ahora no te atiende, ¿qué le está pasando? ¿Te estará evitando? ¿Estará con alguien más?
- No, Nicolás. Basta de pensar cualquier cosa, está ocupada y punto - te dijiste.
M#
¿Cómo se te puede arruinar la felicidad en un segundo? ¿Cómo se puede pasar del odio al amor con sólo ver o escuchar algo? Viste varias veces como Valentina perseguía a Peter, muchas veces se fueron juntos. Era obvio que había vuelto con ella, a vos ya ni te llamaba ni te hablaba. Fuiste un juego para él Mariana, fuiste un juego.
Llorando en tu habitación te encontró Gastón, él era la única persona que con un abrazo te podía decir miles de cosas. Lo abrazaste y lloraste en su pecho mientras él te contenía. Le dijiste todo lo que te pasaba y sentías, te diste cuenta que una pequeña angustia apareció en sus ojos. ¿Se angustiaba por vos o por otra cosa?
- ¿Estás bien vos? - le dijiste separándote un poco de él.
- Sí, en mi mejor momento.
- Que suerte que tenés. No estás de novio, no estás enamorado, o al menos eso pienso yo.
Rió incómodo. - No, no estoy de novio, pero eso no quiere decir que no esté enamorado...
- ¿De quién? ¿La conozco?
- Sí... - pensaste que seguramente estaba enamorado de Rocío, pero como ella no le daba bola, él sufría. - Pero no te voy a decir el nombre - dijo haciéndose el importante.
- Dale, no seas malo. Es Rochi, ¿no?
- Em... no - ¿no era Rocío? ¿Estaba enamorado de Daniela entonces?
- ¿Daky? - negó con la cabeza. Se te cruzó por tu mente rebuscada que quizás eras vos. Pero no, él era tu amigo. Y los amigos, son sólo eso, amigos...
P#
Habías estado todo el día pensando en Mariana, siempre que la veías estabas con Valentina. Ella había aparecido solamente por obra de tu papá. Él, de alguna manera, se había enterado que te estaba gustando mucho Mariana, una chica que venía de la calle y la había derivado un juzgado a ese colegio, y entonces quiso que te olvides de ella y te dediques a estar con chicas "tops" como antes.
- Papá, ¿qué necesidad tenes de hacer aparecer otra vez a Valentina? - le dijiste apenas te atendió el teléfono.
- Hijo, vos tenes que darte cuenta de cómo son las cosas. Sos un Lanzani, no podes estar con cualquiera. Tenes que estar con gente de tu nivel social e intelectual, Peter. No te voy a permitir que caigas bajo, hijo, es por tu bien - te dijo tan soberbio y arrogante como siempre.
- ¿Por qué no me dejas ser feliz? Yo no soy como Martín o como Pablo. Dejame en paz, papá.
- A mí me respetas y hasta que no tengas veintiún años vas a hacer lo que yo te diga, Juan Pedro. ¡Vos no vas a estar con esa cualquiera! ¿No te das cuenta que está con vos por tu fortuna, por quién sos? ¿No te das cuenta de eso? Juan Pedro abrí los ojos, deja de ser tan ingenuo.
- A ella no la conoces, y si es necesario renuncio a esa fortuna que decís que tengo por ella - dijiste y le cortaste el teléfono. Lo tiraste sobre tu cama y te sentaste en el piso pensando en lo que era tu papá. Una basura.
¿Por qué tanta felicidad se puede ir con un sólo acto de soberbia, de arrogancia de otra persona? Eras feliz hasta que apareció tu pasado para convertirse en un futuro no deseado. Un futuro sin risa, sin amor, sin felicidad, con soberbia, arrogancia, dinero ganado siendo una basura de persona.
G# (nuevo protagonista)
Ella no te veía con los mismos ojos que la veías vos. Ella te veía como un amigo fiel, como un hermano al cual pedirle consejos. Pero vos la veías como una mujer, como una princesa, como el amor de tu vida.
- No, no es Daky... - le contestaste después de negar con tu cabeza y mirándola a los ojos.
Tenías que tener el coraje suficiente para decirle lo que te pasaba con ella, lo que sentías, cuanto la amabas. Tenías que decirle que vos no eras como los demás, que no la ibas a hacer sufrir de la manera que está sufriendo, que no ibas a jugar con sus sentimientos, que la ibas a valorar y a respetar por el resto de tu vida.
- ¿Entonces...?
- Sos vos - le dijiste después de respirar hondo y cerrar los ojos. Ya está ella ya lo sabía, lo que pasaría ahora quedaba en ella y en el destino.
- ¿Yo? ¿E, e, - tartamudeó nerviosa - estás enamorado de mí?
- Sí, Lali. Y no quiero que pienses que hice todo esto para separarte de Peter y bla bla bla, porque no es así. No te voy a mentir que deseé que pase ésto. Pero cuando te veo así, me siento tan mal por haberlo deseado.
- Gas, yo no sé qué decirte. Yo te veo como mi amigo, mi hermano, no me pidas que trate de verte de otra manera. Quizás ahora no, pero después no sé...
Una chispa de esperanza se encendió en tu corazón. Le sonreíste y la abrazaste, la notabas tensa, nerviosa, pero sabías que era por lo que le habías confesado. Entendías que ahora estaba enamorada de Peter aunque él jugara con ella.
'Quizás ahora no, pero después no sé' repetías las palabras de Lali en tu mente mientras mirabas el techo sin dejar de sonreír. Te imaginabas lo feliz que serías teniendo con vos ese amor tan sincero que ella te daría. Lo feliz que te sentirías al decir que la amabas sin miedo alguno. La felicidad que sentirían los dos, juntos, como lo deseabas.

Ésta historia continuará.