jueves, 29 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo XI: Cambiar de aire, una vez más.
E#
No sabías cómo le ibas a contar a Mariana que estuviste con Benjamín, su ex novio, después de lo que había pasado la tarde anterior. Temías romper esa estrecha relación de amistad que se había generado entre ustedes unos días antes. No querías perder su amistad, la amistad de alguien que es demasiado parecido a vos. Con la que te sentís identificada y comprendida a pesar de la diferencia de nivel social.
- Lali... ¿te puedo hacer una pregunta? - Le dijiste un día que estaban desayunando juntas.
- Sí, decime - te contestó sin dejar de mirar la tostada que estaba untando con dulce de leche.
- Tengo una amiga que me está pidiendo un consejo y no sé qué decirle al respecto... Lo que pasó es que ella tiene una amiga que tenía un novio, y un día en un boliche lo besó. Pero ella no sabía que era el novio de su amiga, porque no lo conocía. ¿Qué le puedo decir? Porque ella no quiere perder la amistad que tiene con la chica...
- Y... es jodido. Pero le tendrías que aconsejar que le diga. Porque la mentira tiene patas cortas viste... No sé, yo creo que hablando quizás no se pierda esa amistad. Pero la verdad, si yo estaría en el lugar de la cornuda, para decirlo de alguna manera sutil como lo soy yo, no le hablaría más. Pero hay que ver como son las personas, ¿no?
Después de lo último que te dijo Mariana, tenías mucho miedo de decirle la verdad. 'La mentira tiene patas cortas' se escuchaba en tu mente.
Lo consultaste con Candela y María, tus mejores amigas, y te dijeron lo mismo pero en otras palabras. No sabías qué hacer. El único que podía entenderte era Nicolás...
- Nico, ¿podes hablar ahora? - Le dijiste después de marcar su número en tu celular.
- Sí, pero hablemos personalmente porque no tengo mucha batería en el celular. ¿Nos encontramos en el bar?
- Ok, dale. Te espero.
Te dirigiste al bar y te sentaste en una mesa aislada, lo más posible, de la gente que estaba allí. Lo viste llegar entre la gente y sonreíste.
- Acá estoy. ¿Qué pasó Euge? - Te dijo cuando llegó.
- Tengo que contarte algo que no sé cómo decirlo. No es nada fácil - dijiste con los ojos llenos de lágrimas. - Yo no sabía quién era, no lo conocía. Ni a él ni a ella...
- Tranquila, ¿de qué estás hablando? - Dijo tomándote de la mano.
N#
No sabías qué le pasaba a Eugenia ni de qué hablaba. Sólo la veías llorar, y eso te partía el alma.
- Euge, me podes contar lo que te pasa. Yo no le voy a decir nada a nadie...
- Lo que pasa es que hace unos días yo fui a un boliche con Can y Mery. Ahí estaba éste chico Benjamín con unos amigos. Él se acercó a mi y... me sedujo y me besó. Ahora me siento muy culpable Nico, Lali sufrió por mi culpa ¿entendes? Y yo eso no me lo puedo perdonar. Hoy hablé con ella y me dijo que si estuviera en el lugar del ejemplo que le dí, no me hablaría más. No quiero perder esa amistad que formamos...
No podías creer lo que te había contado Eugenia, había estado con el idiota de Benjamín. Ella te contó con lujo de detalles todo lo que él le había dicho, lo que había hablado con Lali por teléfono, jurándole que no estaba con ninguna chica y, en realidad, estaba con ella.
Te paraste y la abrazaste, la dejaste llorar en tu hombro y con ese abrazo intentaste decirle que estabas con ella y cuando ella quiera iban a hablar con Lali.
- No creo que se enoje Euge, porque ustedes no se conocían y vos no sabías quién era Benjamín. Tranquila Euge, tranquila.
Tenías que despejar su mente de alguna manera. Le propusiste llevarla a un lugar secreto donde pasarían las horas sin que nadie supiera que ustedes estaban allí. Se la notaba con miedo, no podías imaginarte qué pasaría por su mente en ese momento, pero vos no ibas a hacer otra cosa que cantarle una canción.
- Listo, ¿vamos?
- Yo no sé cantar Nico - dijo cuando vio la guitarra que llevabas con vos.
- Yo te enseño - dijiste sonriéndole. - Quién soy, de dónde vengo, dónde voy a ir... a partir de ahora, que no tengo un corazón para seguir. Y al intentar respirar, no hay en el aire libertad - le cantaste a Eugenia mirándola a los ojos.
- Quién sos, de dónde vienes, dónde vas a ir... si pasan las horas y no encuentras nada para compartir. Y al intentar respirar no hay en tu vida libertad - continuó cantándote.
- Te pido que me acompañes a cambiar de aire, abre el cielo y el mar. Te pido que no te entregues, cortemos las redes que no nos dejan volar. Si te quedaras conmigo tendrás un camino con luz al final - cantaron los dos a unísono; no había nada más en ese momento. Sólo sus voces y sus miradas. Eran sólo ustedes dos, nadie más.
- Si no venís conmigo no podré seguir, ahora que estoy sola y no tengo una razón para vivir. Y al intentar respirar, no hay en el aire libertad... - Te cantó.
Después de terminar la canción ella te preguntó como se llamaba ésa canción que cantaron, desconocida para ella pero a la vez muy familiar. La cantó sin saber por qué.
- Cambiar de aire - le contestaste sin dejar de mirarla a los ojos. Esos ojos que te atrapaban cada día, cada noche.
M#
Te quedaste muy mal después de lo que pasó con Benjamín. Tenías miedo de que vuelva a aparecer y que te lastimara o le hiciera algo a alguien. Peter te prometió cuidarte y nunca dejarte sola. Y eso a vos te encantaba, te sentías protegida con Peter, te sentías segura en sus brazos.
- Lali, ¿viste que te dije que nunca te iba a dejar sola? - te dijo cuando atendiste su llamada.
- Sí.
- Bueno, te quiero llevar a un lugar para que podamos estar solos... - dijo y se armó un silencio incómodo - cantando.
Aceptaste, te pusiste tu mejor ropa y te arreglaste un poco. No te pintaste porque nunca lo hacías y si lo hacías quedabas muy obvia. Llegaron los dos a ese lugar que él consideraba secreto y se sentaron a la sombra de un árbol.
- Tengo una canción que hice hace unos días y todavía no la canté. ¿Me ayudas? - dijo dándote un papel dónde se leía: Una vez más.
- Obvio, pero no te asustes de mi voz.
- ¿Asustarme de una voz tan hermosa y única? - te dijo y tu mundo se iluminó. Una sonrisa se dibujó en tu rostro y un tono color rosado se hizo presente en tus mejillas. - Bueno, empiezo... Dame sólo un momento y te diré lo que siento, ya perdí tanto tiempo sin tu amor...
- Dame sólo un momento que ésta vez sólo intento entender el destiempo de tu amor... - le contestaste.
- Y pasan mil días, pasan historias. Y pasan besos con tu memoria... - te cantó él. No había más personas allí, más que ustedes dos. No había quién les interrumpa ese hermoso momento que estaban pasando, juntos.
P#
- Una vez más para llorar lo que perdimos, una vez más para entender por qué lo hicimos, una vez más para los besos que no dimos, una vez más vuelve conmigo - le cantaste. A lo que ella te contesto exactamente igual. Con su voz, su voz inigualable, su voz tan hermosa.
- Dame sólo ese beso que esperó tanto tiempo y sabrás cómo siento éste amor... - te dijo. Paraste de tocar, sentiste que eso fue una indirecta muy directa.
- ¿Qué me querés decir? - dijiste sonriéndole.
- ¿No dice así la canción? - dijo devolviéndote la sonrisa.
- Dame hoy tu mirada, no me dejes sin nada porque sé que me muero de dolor - seguiste la canción riéndote. Seguías pensando que esa parte de la canción era una indirecta para vos.
- ¿Ya es muy tarde no? Mejor vayámonos - te dijo.
Empezaron a caminar juntos, era de noche ya. Se les había pasado el día sin darse cuenta. Hacía mucho frío y Lali no tenía campera, le diste la tuya y ella te lo agradeció con una sonrisa que te movió el piso como si fuera un terremoto.
Te frenaste y la miraste a los ojos '¿Qué pasa?' te dijo ella. 'Pasa que quiero volver a hacer algo...' le dijiste. Te acercaste a ella, sólo centímetros separaban sus bocas. Sus respiraciones se cruzaban y sus bocas no se resistían a besarse.
- No, Peter. Por favor - te dijo.
- ¿Por qué? Ya no estás de novia...
- Pero... No quiero ser una más, no quiero ser un premio.
- No sos una más, te lo aseguro. Nunca sentí nada así por nadie. Es la primera vez que no puedo vivir sin verte, sin escucharte, sin sentirte cerca...

Ésta historia continuará.

jueves, 22 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo X: Te amo.
P#
Te levantaste con la idea de ir a buscar a Mariana para hacer algo juntos. Fuiste a su cuarto y te dijeron que no estaba, le preguntaste a Nicolás pero él tampoco la había visto, tu última opción era preguntarle a Gastón si sabía algo. Como él no estaba en tu cuarto cuando te despertaste, lo llamaste al celular y viste que se lo había olvidado arriba de su cama. Estabas solo, buscaste entre los contactos el celular de Mariana y lo agendaste.
- Hola Lali, soy Peter. Te estaba buscando para que hagamos algo hoy, como no tenemos clase de Literatura porque la profesora faltó quería saber si podíamos ir a tomar algo o cantarnos algo. Bueno, cuando escuches éste mensaje, llámame o búscame. Un beso - le dejaste un mensaje porque no te atendía.
Era viernes por la mañana y tenías clase de canto. Llegaste al salón y no estaba ella ni siquiera Gastón. Preguntaste por ellos y te dijeron que Gastón había salido y a Lali no la vieron. Te alegraste por no escuchar que se habían ido juntos.
- Hola Pipu - te dijo Eugenia sentándose al lado tuyo. - Me inscribí de una vez.
- Muy bien Eushi. Así me gusta, que dejes tus miedos inservibles atrás.
- ¿Me pareció a mí o vos preguntabas mucho por Lali? - Te pusiste nervioso.
- Pregunté porque no la vi acá y ella también está en éste taller...
- No te pongas nervioso Juan Pedro - te dijo riéndose.
- Yo no estoy nervioso, ¿me ves así? No, nada que ver - dijiste hablando rápido como de costumbre lo hacía Mariana.
- Cantemos algo los dos - dijo agarrando la lista de canciones que proponían para esa clase.
M#
Te despertaste con una llamada perdida de Benjamín y un mensaje del mismo. 'Te espero en la puerta de tu colegio para hablar' decía el mensaje. Te cambiaste y saliste en busca de él con mucho miedo.
Lo viste parado en la puerta del colegio apoyado en su auto, él te vio y no se digno en sonreírte ni siquiera saludarte. Te agarró del brazo y te empezó a llevar hacia el auto, vos gritabas pero parecía ser que nadie te escuchaba. Lograste soltarte y llorando dijiste:
- ¿Qué te pasa? Yo no me puedo ir del colegio y ¡no quiero irme con vos! - le gritaste.
- Vos te venís conmigo y no me importa nada más.
- Yo no me voy con vos a ningún lado, ¿me escuchaste? ¡NO QUIERO VERTE NUNCA MÁS! - Le gritaste y empezaste a correr, él corría mucho más rápido que vos y te alcanzó.
- ¡SOLTALA! - Gritaron dos personas detrás tuyo. Eran Nicolás y Victorio. Tu salvación.
Respiraste hondo y sentiste como todo tu mundo se volvía a acomodar.
- Nicolás... que bueno verte acá - le dijo Benjamín a Nico, quien no lo soportaba.
- ¿Qué querés? Vení Mariana - te dijo, vos quisiste ir con él, pero Benjamín te frenó.
- No, ella se queda conmigo. Vamos a dar una vuelta nada más...
- Lali no se va a ningún lado - contestó Vico.
- ¿Y vos quién sos nene? ¿Quién te conoce? Ella es mi novia y se viene conmigo.
- Yo no soy tu novia - le dijiste. Tomaste valor y le pegaste. Esas clases de boxeo que habías tenido antes de entrar a el Rockland High School habían servido de mucho. Corriste hasta donde estaban tus amigos y los abrazaste, sentiste que ahora estabas a salvo.
Nicolás se abalanzó encima de Benjamín y lo golpeó tanto que Victorio los tuvo que separar.
- La próxima vez que te vea por acá, te juro que te mato.
E#
Viste con lujo de detalles (junto a Peter) cómo Nicolás golpeaba a un rubio de ojos claros. A vos te llamó la atención como lloraba Lali suplicándole que no le pegue más. Lo habías visto ya en algún lugar a ese chico, pero no recordabas de donde...
(FlashBack:
Eugenia, Candela y María salieron a bailar un sábado a la noche con la ilusión de ser las únicas diosas de todo el boliche. Las tres amigas entraron y vieron a un grupo de chicos que las miraban sonriéndoles y guiñándoles los ojos. Había dos rubios y un morocho.
Ellas empezaron a bailar como si nadie las mirara. Eugenia no se dio cuenta de que María ya no estaba con ellas y que Candela se había puesto a bailar con uno de los chicos.
- Soy Benjamín ¿y vos? - Le dijo un chico al oído de Euge.
- Eugenia - dijo sonriendo. Hablaron por unos minutos y después él la besó, de la nada. Escuchó que una llamada interrumpió su beso, él atendió y Eugenia quiso escuchar.
- No, mi amor. Estoy con los chicos, bebé... No, mi vida, no estoy con chicas. Estoy tomando algo con Tincho y Facu... sí, te amo Lalita.
Fin FlashBack)
- Lalita... - repetiste. Su novio le había sido infiel con vos y te sentías culpable. Eso no había pasado hace mucho tiempo, sólo hace unas semanas.
Viste como unos señores de seguridad se acercaban a ellos, ustedes se acercaron a los dos rubios y la morocha que seguía llorando viendo como aquél chico de ojos claros se alejaba en un auto negro. Peter abrazó a Lali y vos te acercaste a Nicolás. Tratando de calmarlo, pasaste una de sus manos por su espalda, acariciándola.
- Chicos, no se puede estar acá. Tienen que entrar al colegio - dijo uno de los de seguridad.
- Ya sabemos, pero quisieron llevarse a Mariana - dijo Nicolás. - Les pido que si vuelve a aparecer un chico de veinte años, rubio y de ojos claros preguntando por Mariana, lo metan preso.
- No, preso no, Nicolás - decía Mariana mientras lloraba abrazada a Peter.
Ya dentro del colegio, vos trataste de calmar y curar a Nicolás. Lo abrazaste y quisiste que él sienta que ya estaba todo bien.
- Ya está Nico, ya está - le decías al oído.
N#
Tenías mucha bronca, abrazaste a Eugenia como si en sus brazos encontraras la paz. 'Ya está Nico' te decía al oído y vos te calmabas más. Mientras te curaba algunas heridas que Benjamín te había hecho con una dulzura inigualable vos respirabas y caías en la calma realidad.
- No puedo creer que ella lo ame. ¡No se puede amar a una persona así! - decías.
- Ya está, ella está a salvo acá. Nadie la va a dejar sola Nico.
- Gracias Euge, de verdad. Sos la mejor - dijiste y le diste un abrazo de esos que expresan cosas que no se pueden decir con palabras. Esos abrazos que dicen 'te amo'.

Ésta historia continuará.

martes, 20 de marzo de 2012

¡Feliz nacimiento Mery y Emi! ♥

Muy feliz cumpleaños a Emilia Attias y María del Cerro. Dos diosas argentinas. De más está decir que deseo que cumplan todos sus sueños y deseos. Ojalá sean muy felices, las dos tienen un talento divino, que se tiene que aprovechar y sacarlo a la luz. De todo corazón les digo gracias. Por ser así, simplemente como son.
Feliz cumpleaños Mery. ♥
Feliz cumpleaños Emi. ♥



Historias I:


Capítulo IX: Ya nada es igual.
P#
No quisiste insistir más. Le dejaste un perdón en el oído y te fuiste. Te quedaste escuchando como ella lloraba detrás de la puerta. Por un lado, estabas feliz porque por un momento tuviste sus labios jugando con los tuyos. Pudiste demostrarle con un beso todo lo que estabas empezando a sentir por ella. Pero por otro, no la querías ver mal y eso te partía el alma y el corazón.
- ¿Qué haces acá? - te dijo alguien que no reconociste en un primer momento. Levantaste la vista y te diste cuenta que era tu preceptor, Mariano. - ¿No te explicaron que no podes estar en el lado de los cuartos de las mujeres? - Era una persona muy fría y, para vos y tus compañeros, era "malo".
- Perdón, ya me voy - le contestaste cordialmente. No querías pelear con él en ese momento, sabías que no ibas a responder de vos y harías cualquier locura.
- No, perdón no. Me acompañas a firmar el cuaderno de disciplina y te voy a hacer un informe, Lanzani - lo miraste muy mal y empezaste a caminar. Sabías que él estaba detrás tuyo, sabías que te ibas a comer un informe y una firma, sabías que el castigo que tus papás te iban a dar sería terrible porque nunca había pasado algo así. Pero nada de eso te importaba. Recordaste con una sonrisa ese beso que para siempre estaría en tu mente y en tu corazón. - ¿De qué se ríe, Lanzani? - Te preguntó, serio, Mariano.
- De nada.
- Espero que no se esté riendo de mí porque las consecuencias serán más graves que éstas.
- No - decías mientras seguías recordando ese maravilloso beso con una sonrisa. Finalmente firmaste, Mariano elevó el informe a dirección y llamó a tus padres para avisarles lo sucedido. A vos no te importaba, por primera vez no te importaba lo que piensen tus papás. Eras feliz.
M#
No encontrabas a Daniela ni a Rocío por ningún lado, pensaste que quizás estaban en la fiesta como vos deberías hacerlo. Te resignaste a dejar de buscarlas para contarle lo que te estaba pasando, eran las únicas dos que sabían lo que te pasaba y te entendían.
Tu celular sonó con tu canción preferida y, sin mirar quién te llamaba, atendiste: - ¿Hola?
- Hola hermosa, ¿te desperté? - Esa voz te descolocó, era él. Tu "algo", Benjamín. ¿Justo hoy tenía que llamar?
- No, no. Estaba por... irme a dormir.
- Ah, te extraño bebé.
- Yo... yo también... - dijiste sin ganas.
- Lali, no aguanto más - dijo alguien entrando a tu habitación. Era Peter... Sí, definitivamente tenías mucha mala suerte - necesito sentir tus labios otra vez, necesito que estés conmigo un minuto más... - Evidentemente, Peter no se había dado cuenta que estabas hablando por teléfono.
- ¡¿QUÉ?! - Te gritó Benjamín en el teléfono, había escuchado todo. Vos no tenías palabras para contestarle. Ni a Benjamín ni a Peter. - ¿A quién besaste Mariana? ¿Cómo podes hacerme ésto? Sos una cualquiera.
- ¡NO SOY UNA CUALQUIERA! - Gritaste en el teléfono. En ese momento, Peter se dio cuenta con quién estabas hablando. - ¿Sabés a cuántas te habrás besado vos éstos días que no estuvimos juntos? ¡MILLONES SEGURO! ¿Y me decís cualquiera a mí?
- Ese colegio te cambió Mariana, ¿cómo podes pensar así de mí?
- ¿Vos te pensas que soy idiota, Benjamín? - Dijiste con tus ojos inyectados en lágrimas. - Ya no soy la misma, tenes razón. Ya nada es igual...
- Lo sé Mariana, lo sé. No quiero que vuelvas llamándome y pidiéndome perdón, porque no voy a estar para darte una oportunidad.
- ¿Vos me estás cargando Benjamín? ¿Cuántas veces yo te perdoné una infidelidad? Cuatro veces, ¡CUATRO!
- Es verdad, pero por lo menos te lo dije y te pedí perdón porque te amaba.
- No me mientas más, Benjamín. No me mientas más - dijiste y cortaste la llamada. Peter seguía ahí, no hizo más que abrazarte fuerte y dejarte llorar tranquila. Te sentías segura en sus brazos.
- Perdóname - te dijo él - no sabía que estabas hablando por teléfono con... tu novio.
- No, no es mi novio... - dijiste alejándote de él. - Vos no tenes la culpa, no sabías que estaba hablando con él.
- Sí, porque ahora, digamos, que cortaron por mi culpa.
- No, Peter. Las cosas ya no eran las mismas...
N#
No fue nada fácil la vida de Eugenia como vos creías. Estaba sola en el mundo, sus papás nunca compartieron nada con ella. Ni siquiera su primer día de secundaria, el cual es muy importante para los hijos. En cambio, en ese momento estuvo quien es hoy su amo de llaves, Raul.
- Pensé que no eran jodidas las vidas en éste ambiente - dijiste cuando terminó de contarte su infancia.
- Yo quería pensar lo mismo. Aunque no lo creas, antes de conocerte no era así. Era más soberbia.
- ¿Yo te cambié? - Preguntaste con cierta ilusión en tus ojos, la cual se dejaba ver.
- No es que vos solo me cambiaste, Mariana también. Siento que ella es muy parecida a mí, porque yo no soy de confiar mucho en las personas. Es como que tengo una coraza, un caparazón que no me deja ser lo que de verdad quiero ser...
- Ya sé qué vamos a hacer mañana entonces - dijiste sonriendo.
- ¿Qué?
- Vas a hacer todo lo que te gustaría hacer y yo te voy a acompañar - ella te sonrió como nunca antes. - Y no acepto un no como respuesta.
E#
Sabías que mañana sería un día inolvidable para vos. Nicolás se fue porque llegaron Candela y María, y vos te quedaste pensando en todo lo que te gustaría hacer.
- Bailar, reír, soñar. All I need is vos - cantabas mientras te terminabas de cambiar para irte a dormir.
- Nunca te escuché cantar, gorda - te dijo Candela. Ella era en la que más confiabas de las dos. - Cantás lindo, tendrías que inscribirte en el taller de canto. Pero sería muy grasa porque está Marianegra y Gastón - "Marianegra" le decían Candela y María a Mariana.
- No le digas así. Y sí, me inscribiría. Gracias por darme ese dato - le dijiste sonriendo. Definitivamente, ya nada era igual para vos.

Ésta historia continuará.

viernes, 16 de marzo de 2012

Perdón :S ↓

Mil disculpas por no subir los capítulos éstos días. Es que, como empecé el colegio, tengo muchas cosas que hacer y no me alcanza el tiempo para escribir. Recién hoy terminé el capítulo que tendría que haber subido hace una semana. D: 
Ahora los lunes voy a estar ¡ocho horas! en el colegio por el tema de los contra turnos de los talleres. Tengo gimnasia a la tarde los miércoles y viernes. Se me va a complicar porque ya empiezan con los trabajos prácticos y las evaluaciones. :S
Les pido mil disculpas por ausentarme ésta semana. También está en mí ser un poco colgada con las novelas. :P 
Un beso grande y gracias infinitas por todo. :)


Sofía. ♥

Historias I:


Capítulo VIII: Distinta.
N#
- Ni yo ni Mariana tenemos padres - le confesaste mientras ella terminaba de lavar el vestido. Se había puesto otro, más lindo.
- ¿Son hermanos?
- No, pero es como si lo fuéramos. Nos conocimos escapándonos de un hogar cuando éramos chicos.
- Que rebeldes - dijo ella sentándose al lado tuyo. Ya no se acordaban que había una fiesta y los dos tenían que estar. No les importaba. - Que loco conocerse escapando, cualquiera diría que fue como una película de amor...
Reíste. - No, porque nos odiábamos.
(FlashBack:
Mariana y Nicolás se tenían un odio interno muy fuerte. Ella había decidido escaparse unas noches antes de la Navidad del 2003, él también. No habían arreglado nada, pero así se dio.
Los dos lograron escaparse por el único lugar que podían de ese horrible lugar. Más odio se tuvieron cuando vieron que los dos se tenían que escapar juntos. Nicolás decía que ella lo iba a echar todo a perder porque era muy torpe, Mariana decía que él iba a hacer uno de sus típicos saltos raros para derribar cosas y los iban a agarrar.
Para suerte de los dos, lograron escaparse sin ninguna complicación. Se despidieron y empezaron a caminar hacia lugares contrarios. Nicolás no pudo contenerse, sabía que Mariana era una persona muy débil y sensible. Estaba en él la seguridad de ella. Por más que diga que se podía cuidar sola, él sabía que no era así. Volvió sobre sus pasos y la buscó, la vio sentada en un banco de una plaza completamente sola.
- No me voy a ir sin vos - le dijo cuando se acercó a ella.
- Andate, ¿quién te necesita? - le contestó sin dejar de lado su orgullo.
- Vos.
- No te necesito Nicolás.
- Sí, tenés doce años.
- ¡Vos también! - Después de un tiempo, Nicolás logró convencer que Mariana vaya con él a donde Dios los lleve...
Fin FlashBack)
-  Y así nos hicimos los amigos que somos ahora - concluiste.
- Vida jodida la tuya - te dijo ella con una sonrisa. - Pero ahora tenés que agradecer que estás acá.
- No sé si agradecer, pero no es tan malo este lugar después de todo.
M#
Te había dicho que estabas hermosa, la estantería se te movió completamente, te temblaban las piernas. Estabas muy nerviosa. Pero sabías que era un chamuyo para que te sientas así como estás ahora, pero él no te puede ver así. Vos sos una mujer orgullosa y fría cuando querés. Y ahora querés, por tu bien.
- Me miraban mal te dije.
- Y yo te dije que te miraban porque estabas hermosa. Estás y estabas.
- ¿No sería al revés?
- Estabas, estás y estarás hermosa - dijo acercándose a vos. A medida que él se acercaba más vos dabas pasos para atrás. No querías caer en su sonrisa compradora como las miles de chicas que habrán caído allí.
Cayeron los dos en tu cama. Lo miraste con miedo, eso era lo que sentías. - Peter, podes...
- ¿Salir? - Te interrumpió y asentiste. - No - dijo sonriéndote con su sonrisa compradora.
E#
No podías creer por todo lo que habían pasado Nicolás y Mariana. Te sentías la persona más afortunada del mundo al lado de ellos dos. Ahora entendías más la actitud de Mariana, la frialdad, la desconfianza. Ahora entendías porqué Nicolás la cuidaba tanto.
- No puedo creer por todo lo que pasaron, es increíble la fuerza interior que tienen los dos.
- No sé si fuerza interior. Yo lo llamaría resistencia.
- Resistencia... - dijiste asintiendo. - Nos perdimos la fiesta.
- Sí, pero... ¿no te gustó más hablar que estar rodeado de personas que te juzgan por cómo actuás?
- La verdad que sí... - dijiste riendo. Algunas veces ya te cansabas de que los demás te juzguen por todo lo que haces. Eras una persona muy conocida en el colegio, se podría decir que eras muy popular, y eso traía esas consecuencias. Nunca en tu vida podrías salir de tu cuarto en pijama o sin pintar porque todos te juzgarían y eso no lo permitirías.
- Contame algo de tu vida ahora. Yo te conté mi infancia.
- No tuve una linda infancia como todos creen... - comenzaste - mis papás me metieron en este colegio desde la primaria porque ellos viajaban todo el tiempo. Acá conocí a Peter, Agus y Cande, en la primaria obvio. Mery entró hace dos años - le contabas. Él te miraba a los ojos como diciéndote que te entendía. Te sentías distinta con él.
P#
La tenías ahí, muy cerca tuyo. Sus respiraciones se cruzaban, la distancia era muy poca entre sus labios. Te animaste y la besaste, nunca te besaron así. Fue un beso especial, un beso mágico. Un beso... distinto.
- Ésto está mal - te dijo ella cuando se separaron.
- ¿Por qué?
- Porque seguro lo haces con todas y la verdad que yo no puedo hacerlo. Tengo... algo así como un novio afuera... esperándome.
- ¿Algo así como un novio? Si no es tu novio oficial seguís soltera y por lo tanto haces lo que querés.
- No, porque yo no soy así. Por favor, no me la compliques - te rogó. Veías cierta angustia en sus ojos. Sentiste que no podías hacer nada más pero, a la vez, sí podías. Porque a partir de ese beso, algo entre los dos cambió. Pero ella tenía la cabeza y el corazón en otra persona que, si bien estaba lejos, seguía cerca suyo. - Por favor - te repitió.

Ésta historia continuará.

martes, 13 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo VII: Tonta ilusión.
M#
Todos te miraban, te arrepentiste de hacerle caso a Eugenia. Pensaste que todo eso que había dicho y hecho era para que te sientas mal y te vayas. Pero no, ella te agarró de un brazo, te miró y te dijo: 'Todos te miran porque estás hermosa y conmigo'; era obvio que no podía evitar su soberbia, era natural en ella.
- Viniste - dijo alguien detrás tuyo. De la nada, Eugenia o Euge (como ella te pedía que le digas) se fue. Te diste vuelta y era él, Gastón. Tenías la tonta ilusión de que esa noche algo pasaría con Peter. Pero era sólo eso... una tonta ilusión.
- Sí, vine. Obligada, pero vine - dijiste incómoda. Gastón te caía bien, pero había algo raro en su forma de ser con vos. Parecía que no sólo te quería para ser la amiga, sino que para algo más que eso.
- Obligada por Suarez veo.
- Sí...
- ¿No era que no te caía bien?
- En el fondo sí. ¿Vamos a tomar algo? Me siento rara con todos mirándome.
- Es que estás muy linda Lali...
Lo miraste diciéndole 'gracias' pero incómodamente. Fueron hasta una barra y lo viste a él, a Peter, a tu tonta ilusión. Él te miró con su típica sonrisa compradora que te hipnotizaba, que te encantaba. Veías que se te acercaba a vos, cortó una flor de un decorado y sonriendo pasó por al lado tuyo sin registrarte. El mundo se te calló, la estantería se derrumbó. Casi llorando, diste media vuelta y lo viste darle una flor a una chica rubia, muy bonita. Los viste alejarse juntos. Dejaste el vaso en la mesa y te fuiste corriendo con tus ojos estallados en lágrimas.
- Vos sabías Mariana, ¡vos lo sabías! - Te decías. Viste unas pastillas que no sabías ni de quién ni de qué eran. Las agarraste, las manos te temblaban, tenías miedo. Miedo de vos misma, de lo que podrías hacer en ese momento.
Se abrió la puerta y del susto tiraste todo al piso. Era él. ¿Por qué? ¿Por qué siempre tenía que aparecer en esos momentos?
P#
La viste cuando te sonreía, cuando caminabas con la flor, la viste cuando se fue corriendo. La viste y te sentiste culpable, no sabías porqué lo hiciste, esa flor era para ella. Pero tenías la mirada asesina de Gastón y Nicolás. Los frenaste antes de que los dos estén acá en tu lugar.
- ¡Lali! - dijiste al entrar. - Perdóname.
Secándose las lágrimas para que vos no las veas, pero ya era tarde. - ¿Por qué?
- Por lo de la flor.
- ¿Qué flor? - Viste las pastillas tiradas muy cerca de ella, con una mirada entendiste lo que iba a hacer si vos no llegabas. No podías creer lo mal que le hacías.
- ¿Qué es eso Lali? ¿Qué ibas a hacer? - Le preguntaste muy preocupado.
- Eso son pastillas y no iba a hacer nada - sentiste que te mintió por lo nerviosa que estaba.
- Lali, perdóname, de verdad.
- No me pidas perdón si vos no me hiciste nada.
- Entonces, ¿por qué te fuiste de la fiesta?
- Porque no me sentía bien ahí, todos me miraban mal.
- Te miraban porque estás hermosa...
N#
Tenías mucha bronca, ni Lali ni Peter volvían. No sabías qué podía estar pasando.
Eugenia se acercaba a donde vos estabas y todos esos problemas desaparecieron de tu cabeza por un momento, estaba tan hermosa. Se frenó delante tuyo y a vos se te cortó la respiración, tu corazón latía a mil por hora.
- Hola - te dijo ella. Su voz, esa voz que tenía, era única para vos. Sonreíste sin saber porqué lo hacías, pero lo hiciste y ella te devolvió la sonrisa.
- Hola - dijiste al fin. No sabías porqué estabas tan nervioso, tus manos sudaban.
- ¿No la viste a Lali? - Notabas que ella también estaba nerviosa. Estaban como a cinco pasos de distancia.
- ¿Qué? - Dijiste tratando que ella se acerque más a vos. Y así fue, te volvió a repetir su pregunta y negaste con la cabeza. - ¿Querés bailar? - Le dijiste de la nada. Ella te sonrió y asintió.
Bailaron una o dos canciones juntos. 'Se moviá como loca, inestable y caprichosa' cantabas en tu mente. Después, fueron a tomar algo, ella se reía, no sabías de qué.
- ¿Tan mal bailo que te reís? - Le dijiste bromeando.
Riendo. - ¡No! No sé porqué me estoy riendo. Perdóname.
- No me pidas perdón, tenés una muy linda sonrisa.
E#
Te pusiste toda colorada, te reías aún más por lo nerviosa que estabas. Era común en vos reírte si estabas nerviosa. Agarraste un vaso para disimular lo nerviosa que estabas, pero no te pudiste servir nada. Como las manos te temblaban y te seguías riendo, se te volcó toda la gaseosa y te manchaste tu vestido que por cierto era blanco.
- ¡Tengo que sacarme esto ya! - Dijiste muy preocupada por tu vestido, saliste corriendo sabiendo que él venía atrás tuyo.
- ¡Pará Euge! - Te gritaba, corrías muy rápido. Algunos decían que tenías ese don de ser muy rápida en los deportes, amabas correr y sentir el viento rozarte. - Corres muy rápido - te dijo cuando te frenó.
- Tengo que sacarme el vestido y ponerlo en remojo sino no va a salir más y éste vestido me lo regaló mi papá.
- ¿Tanta importancia tiene para vos un vestido?
- Mi papá nunca me regala nada... Es como si no tuviera papá.
- Yo tampoco tengo papá ni mamá. Pero de verdad. Soy huérfano...

Ésta historia continuará.

viernes, 9 de marzo de 2012

¡Feliz nacimiento Euge Suarez! ♥

Que seas muy feliz China, ojalá pueda conocerte al igual que a todos los demás. Gracias por todo Euge, sos una persona excelente, no importa lo que digan los demás. Nunca dejes de sonreír porque tu sonrisa hace feliz a mucha gente que te ama y te sigue desde que arrancaste con tu gran carrera. Te nos fuiste de TeenAngels para abrirte a diversos caminos. Ahora haces lo que a vos te gusta: actuar. Ya no es lo mismo sin tu voz en las canciones, no es lo mismo TeenAngels sin la Gitana, sin la Bonita, sin la Histérica. Siempre vas a estar en mi corazón. Ojalá que cumplas tus sueños y seas muy, muy feliz. 
Felices veinte años China. ♥

miércoles, 7 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo VI: La fiesta.
P#
¿Por qué él y no vos? Porque él es como ella, venían prácticamente de los mismos lugares (lo habías escuchado). ¿Y vos? Vos eras de un mundo diferente, no venías del mismo lugar que ellos.
La habías escuchado cantar, cantaba hermoso. Era perfecta. Pero no era para vos, ella te veía como un inalcanzable. ¿Qué estás diciendo Juan Pedro? Un inalcanzable no. Te veía como un soberbio, un cheto (como ellos te llamaban).
Estabas acostado en tu cama pensando en todo lo que había pasado ese día. Esa noche supuestamente era la fiesta de bienvenida de todos los nuevos alumnos, habría un karaoke. Te levantaste de un salto de tu cama con la idea de que el karaoke sea la excusa para cantar con ella y estar por primera vez cerca, juntos, haciendo algo que a los dos le gustaba.
Te cambiaste con tu mejor traje, te peinaste un poco y saliste con Agustín y ese tal Gastón que ahora estaba con vos en el cuarto.
E#
Te estabas preparando para la fiesta de esta noche, tenías que ser la más linda de todas (como siempre). Te miraste al espejo y lo viste a él detrás tuyo, te diste vuelta y no había nadie. 'Te estás volviendo loca' te dijiste y te reíste. Recordaste todo lo que había pasado esa tarde con él. Te había contado parte de su vida, habían logrado tener algo entre los dos, por lo menos una conversación. Sonreíste y sentiste que esa noche podrías acercarte a él.
Te pusiste tu mejor vestido y no te quedaba bien, no te gustaba. Pero era tu vestido diseñado exclusivamente para vos por uno de los diseñadores más famosos en Milán. ¿Por qué ahora no te gustaba? Tenía una cola grande, era ajustado a tu cuerpo, te quedaba perfecto. Pero a vos no te gustaba.
Te cambiaste y te pusiste uno más sencillo y hermoso, te lo había regalado tu papá. Estabas lista, tus amigas llegaron con unos super vestidos glamorosos, parecidos al que te habías sacado. Te vieron a vos y pensaron que se verían ridículas con vestidos tan largos, vos sonriendoles les dijiste que así era.
Las tres juntas partieron hacia la fiesta, casi todos tenían vestidos parecidos a los suyos y te agradecieron por no dejarlas venir con los otros vestidos.
M#
No sabías qué ponerte esa noche, no tenías vestidos. Nunca usaste vestidos. Tenías miedo de pedirle a Rocío y Daniela porque eras tan torpe que probablemente los manches o cosas así. Decidiste no ir, les dijiste que te sentías mal y subiste al segundo piso de su habitación. Al fin y al cabo, era sólo una fiesta de bienvenida y todo el chetaje tendría los ojos puestos en vos.
- Permiso... Mariana, ¿estás acá? - Era inconfundiblemente la rubia. Eugenia. Te asomaste a la baranda desde arriba y la miraste. - ¿Qué haces así vestida? Dale, cambiate que tenés que ir a la fiesta de bienvenida.
- No voy a ir.
- ¿Por qué? Dale, es tu fiesta. ¡Tenés que estar, reina! - ¿Desde cuándo tenía tanta confianza con vos? Pensabas mientras bajabas las escaleras. - Mirá, yo trato de llevarme bien con vos. El otro día te vi mal y la verdad que ni tus amigas notaron eso, pero yo sí. Y ese día también estaba mal yo... bueno eso no viene al caso. Tenés que estar super linda ésta noche.
- Gracias, pero no voy a ir - era verdad que ella estaba mal, vos lo habías notado. Y también es verdad que Rocío y Daniela no se habían dado cuenta de tu estado de ánimo. ¿En esto tenía que ver Nicolás también? Te preguntaste. - ¿Ésto lo haces por lo que te dijo Nico?
- No, bah, un poco. Pero de verdad siento que no puedo llevarme mal con vos. ¿Dónde tenés los vestidos?
- No tengo - dijiste con mucha vergüenza.
- Vení a mi cuarto y te elegís uno - te dijo con una sonrisa. Fuiste con ella y te elegiste uno que te quedaba hermoso. Sentías que la habías juzgado mal, en el fondo era muy parecida a vos. - Siento que en algo somos parecidas Lali. ¿Te puedo llamar Lali no? - Asentiste. - Creo que las dos tenemos una coraza por eso actuamos como actuamos la vez que nos conocimos...
- ¿Coraza? ¿No sería que es una fuerza para seguir adelante a pesar del dolor y por eso mismo desconfiamos?
- Eso puede ser... yo lo llamo coraza.
Hablaron un tiempo más mientras ella te maquillaba un poco. Habías quedado divina, ni vos te reconocías. Te calló bien la rubia, le pediste perdón por haberla prejuzgado mal.
N#
No veías a la petisa ni a tu rubia. Estabas tomando algo y viste que Peter se te acercó.
- Nicolás, ¿todo bien?
- Bien, bien. ¿Vos? - ¿Desde cuando tanta confianza?
- Bien, ¿Lali no va a venir? - Para eso era, para sacarte información sobre Lali. ¡Esperá! ¿Peter preguntaba por Mariana?
- Em, no sé... ¿Por?
- No por nada, quería verla.
- Ojo. Nada más te digo - dijiste y te fuiste con Victorio, él se te quedó mirando hasta que te perdió entre la gente.

Ésta historia continuará.

martes, 6 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo V: No podes enamorarte.
M#
Después de ese abrazo que te dio Peter, te calmaste un poco. Hablaste con él y le contaste lo que te pasaba. Lo que eras y lo que sos ahora. Habías cambiado mucho, dejaste de componer, de boxear, dejaste todo lo que amabas hacer en la puerta de ese nuevo colegio. Dejaste a tu amor, dejaste tu vida...
- ¿Y por qué no volvés a hacer todo eso acá? - esas fueron las palabras que te incitaron a volver a ser lo que eras. - Acá podes cantar en el taller de canto, o acá en tu habitación. O sino me llamas a mí y cantamos juntos.
¿Qué te hacía sentir Peter? Ahora estabas confiando en él más que en Rocío y Daniela. ¿De dónde salía esa confianza?
Era jueves por la mañana, ésta vez tenías ganas de empezar las clases del día de hoy. Las palabras de Peter volvían a escucharse en tu cabeza 'O sino me llamas a mí y cantamos juntos'... Pensaste en inscribirte en el taller de canto suponiendo que él estaba inscrito en el mismo. Esa tarde empezarías con los talleres, porque también te habías inscrito en el de actuación. ¿Por qué? No sabías, sólo te inscribiste por un impulso.
- Me inscribí en los talleres de canto y actuación - dijiste con una gran sonrisa apenas te sentaste al lado de Nicolás en unos bancos en la parte del patio del colegio.
- ¡Me alegro por vos Lalita! - te dijo y te abrazó. - ¿Ahora sí estás mejor?
- Sí. Espero que no hayas hecho ninguna locura...
- Em... le aclaré a Eugenia que no te moleste más, eso.
- ¡NICOLÁS GUGGIANO! - Sólo usabas su segundo nombre (el cual él odiaba) cuando querías reclamarle algo que había hecho mal.
- No me llames así, Mariana Elizabeth.
- No me inventes nombres. Escúchame, ¿qué le dijiste a Eugenia?
- Me dijo que no te "molestáramos" - dijo la rubia sentándose en frente de ellos dos, haciendo el gesto de comillas - más porque lo íbamos a conocer.
- ¡Nicolás...
- No hables más - te interrumpió Nicolás.
Viste como miraba Eugenia a Nicolás, no era una mirada común. De pronto, los dos se miraron y se quedaron mudos.
E#
¿Qué tenía esa mirada? Te atrapaba, te encandilaba, te encantaba. Desviaste tu mirada para ver la cara de la morocha más grasa y viste como los miraba y se reía.
- Bueno, les quiero dejar en claro a los dos que a mí nadie - remarcando esa palabra subiendo el tono - me amenaza, ¿ok?
- Nadie te amenazó, sólo te advertí - te contestó Nicolás.
- Me amenazaste querido.
- Hay Nicolás, ¿cómo podes amenazar a una Barbie? ¿No ves que después se trauma porque le das miedo? - contestó Mariana. Que grasa era por Dios.
La miraste mal y te fuiste. Toda la mañana se quedó su mirada en tus pensamientos, te colgabas pensando en él. Tus amigas te decían que estabas rara, pero vos no te sentías así.
Te recostaste en tu cama a pensar, lo primero que se te vino a la mente eran los ojos de Nicolás. ¿Qué te estaba pasando Eugenia? ¿Por qué pensabas todo el día en ese zaparrastroso, grasa y tan hermoso chico? Sí, Eugenia, era hermoso y vos lo sabías muy bien.
- Eugenia, no podes enamorarte - te dijiste como unas treinta veces. Decidiste hacer un poco de gimnasia para despejarte un poco, pero ¿a quién te encontraste? Sí, a él. A Nicolás, haciendo gimnasia. ¡Hay por Dios! Te gustaba tanto.
P#
Entraste a tu clase de canto y la viste ahí, tan linda, sentada en una punta sin hablar con nadie. Antes que vos, un chico rubio (que estaba en tu clase, pero vos no sabías quién era), sentiste celos, muchos celos. Te sentaste cerca para escuchar lo que hablaban.
- Hola, soy Gastón - le dijo. Gastón, sí, Dalmau, ya sabías quién era.
- Hola, soy Mariana. Ya nos conocemos nosotros - le dijo. ¿Qué? ¿De dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué?
- Ah sí, ¡del día de presentación! Que lindo verte acá, quiero escucharte cantar - le dijo. Era más que obvio que al chico le gustaba Mariana, TU Mariana.
- ¡Lali! ¡Viniste! - dijiste metiéndote en la conversación que ellos tenían.
- Sí... em... pero igual no creo que me quede - te contestó.
- Vos te quedás. Vas a cantar conmigo la próxima canción - dijo Gastón.
N#
- Nicolás, no podes enamorarte - te repetiste como unas treinta veces mientras volvías del gimnasio. La habías visto ahí, haciendo gimnasia, re linda.
- ¿Por qué no podes enamorarte? - Esa voz, era inconfundible-mente de ella. Te diste vuelta y la viste, era ella. Eugenia. - Perdón, no tengo que meterme con vos.
- No me pidas perdón - dijiste. Esos ojos, esa boca, esa rubia... te volvían loco. Tarde para no enamorarte Nicolás, estabas demasiado enamorado de ella. - No me puedo enamorar porque...
- Si no querés contarme no hay problema. Es que me causó gracia porque yo hace un rato dije lo mismo... - te interrumpió. ¿Qué? ¿Ella tampoco se podía enamorar? Una chispa de esperanza brilló en tu corazón, no sabías porqué pero sentías que ella algo sentía por vos. Te diste cuenta que como te miraba a vos, no miraba a nadie.

Ésta historia continuará.

lunes, 5 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo IV: Angustia.
E#
Cuando Nicolás te miró tan mal ésta mañana sentiste algo que jamás sentiste en tu vida. Angustia. Vos no la conocías, no sabías lo que era hasta ahora. Ahora estabas mal, no sabías porqué te había mirado así; pensaste que Mariana le había dicho algo para que él no se acercara a vos, pero no podía ser. Sentías que Mariana no era una mala chica, sino que alguien cerrado, con una coraza por diferentes miedos... como vos.
Eugenia, ¿qué estás pensando? Vos no tenés nada que ver con esa negrita chiruza. Quisiste levantarte el ánimo con algo, pero ni las clases de danza sirvieron para eso. Bailaste mal; pero no eras la única. Mariana tampoco estaba bien y vos sola lo notaste. ¿Por qué? No sabés, pero crees que no te importa. Te fuiste de la clase sin decirle nada a nadie, sabías que serías castigada pero no te importaba. No estabas bien.
M#
¿Que te pasa? No podes bailar, no tenés fuerzas para hacerlo. Viste como Eugenia se fue de la clase, esperaste un poco e hiciste lo mismo. Se vendría una linda sanción, pero no te importaba. Vos estabas angustiada. En realidad, era tristeza. Te sentías mal porque sentías que no encajabas en ese lugar. Te querías ir pero sabías que no podías, si lo hacías ibas derecho al Escorial y eso a vos no te gustaba.
Fuiste a tu habitación, pero antes te cruzaste con la persona que menos querías cruzarte. Intentaste no mirarlo, pero fue imposible. Él te miró, te sonrió y a vos se te movió la estantería completa. ¿Qué tenía él que te gustaba tanto? No sabías, pero te gustaba.
- ¿Te sentís bien? - te preguntó lo más amable que pudo. Vos no le creías nada. Dejaste de sonreír y asentiste. Te diste media vuelta y seguiste tu camino, él te frenó agarrándote del brazo no muy fuerte. - Sabés que me podés contar.
- No quiero contarte a vos - dijiste resaltando la última palabra - lo que a mí me pasa.
- ¿Por qué? ¿Te hice algo malo?
- Ss... no. No me hiciste nada, pero no te soporto. Ni a vos ni a tus amigas - dijiste descargándote contra él.
- Perdoname si hice algo que te molestó - te dijo lo más sincero. Pero vos no le creías.
- ¿Te puedo pedir un favor? Decile a tu amiguita Eugenia que la próxima vez que nos basuree, le bajo los dientes - dijiste y te fuiste a tu habitación. Apenas cerraste la puerta, empezaste a llorar.
P#
Te quedaste pensando en lo que le podía haber pasado a Mariana. No sabías porqué te interesaba tanto si vos a ella no... ¿la querías? ¡Peter! ¿En qué estabas pensando?
Decidiste ir al cuarto de Mariana, sólo para saber si estaba allí. Llegaste y viste que se iba, se te cruzó la idea de entrar a su cuarto a ver sus cosas, para conocer un poco más de ella. Primero buscaste su cama, la encontraste. Había muchas fotos de ella, algunas cantando, otras con Nicolás y unas fotos con un chico rubio y más alto que ella. Tomaste un cuadro donde se veía a ellos dos besándose. Se te hizo un nudo en el estomago, sentiste que por un momento la ibas a perder.
- Tiene novio - dijiste para vos mismo.
- ¿Qué haces revisando mis cosas? - dijo alguien detrás tuyo. Diste una media vuelta y la viste delante tuyo mirándote con desconfianza.
- Em, te estaba esperando - dijiste tratando de inventar una buena excusa - pensé que quizás te haría bien hablar con alguien.
- Eso no quiere decir que puedas entrar a mi cuarto sin avisar - te dijo - y mientras no hay nadie.
- Bueno, perdón. Es que yo toqué la puerta y como nadie me abrió entré - mentiste.
- Si nadie te abre, es porque no hay nadie y no tenés que entrar. ¿Qué buscabas ahí?
- Estaba aburrido y empecé a mirar tus fotos. Tenés novio ¿no? - Cierta angustia se apareció de nuevo en vos. Descubrir que alguien ya era el dueño del corazón de Mariana no te gustaba nada.
- Sí... - dijo mirando hacia la nada y sentándose en una cama. Te diste cuenta que sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Por un impulso te acercaste a ella y la abrazaste. Por primera vez sentiste algo inexplicable después que sentiste como ella te devolvía el abrazo con fuerza.
N#
No sabías qué podía estar haciendo Mariana en ese momento, pero sabías que vos tenías que hacer algo.
Ni bien terminaron las clases, esperaste a que Eugenia saliera del aula para enfrentarla y decirle que no moleste más a la petisa hermosa que no veías hace un rato.
- Eugenia - dijiste llamándola - ¿puedo hablar con vos?
- Sí, ¿qué pasó? - dijo acercándose a vos.
- ¿Se puede saber por qué tratas mal a Mariana?
Viste como sus ojos se abrieron como los de una lechuza. - ¿Yo tratarla mal? - te dijo.
- Sí, vos y tus amigos. Hoy estaba llorando por su culpa. Te advierto nada más, la veo otra vez así y me van a conocer - te fuiste con una bronca acumulada. Entraste a tu cuarto y Victorio te miró como preguntándote porqué tenías esa cara. - Hablé con la rubia y le dije que no se metiera con Lali.
- ¿La amenazaste? - te dijo sorprendido.
- No, le advertí.
- La amenazaste - dijo afirmando su pregunta.- Ahora te va a llamar el director porque no dudes que va a ir corriendo a decirle que te eche.
- Que lo haga, éste lugar no es para mí.

Ésta historia continuará.

viernes, 2 de marzo de 2012

Historias I:


Capítulo III: ¿Qué te pasa?
E#
Te levantaste, era el tercer día de clases, miércoles. Hoy era tu día, el día que empezarías con las clases de baile. Tus clases de baile, las que vos liderabas. Lo único que no te gustaría era que estarían las dos chicas nuevas, las "grasas", pero sabías que con esa clase, donde desplegarías todo tu esplendor y talento, entenderían que vos eras la reina del Rockland High School.
Te duchaste, te cambiaste con tu mejor uniforme para bailar y despertaste a Candela y María. Las tres, ya listas, partieron hacia la cafetería para desayunar su desayuno light de siempre, cuando llegaron vieron que su mesa estaba ocupada ni más ni menos por las grasas y Daniela.
- Discúlpenme, pero ésta - señalaste la mesa - es nuestra mesa.
- No tenía tu nombre - te contesto la rubia tumbera, como la habían apodado ustedes.
- No hace falta que tenga nuestro nombre para saber que ésta mesa es nuestra - le contestó la más alta de las tres, Mery.
M#
¿Pero quién se piensa que es ésta cheta de porquería? ¿La dueña del mundo? JA. No, no lo es. Vos odiabas a las personas así, te daban asco. Te revolvían el estómago.
- Hay miles de mesas, ahora estamos nosotras acá - le contestaste y seguiste comiendo tu medialuna.
- Mirá nenita, soy María Eugenia Suarez y con un llamado mío las puedo hacer echar. Así que me despejan la mesa ahora - te dijo tratando de que vos sintieras miedo. Otra más que quería hacerte sentir menos que ella y que quería darte miedo.
- Mirá nenita, soy Mariana Esposito y no te tengo miedo - dijiste controlándote para no pegarle una piña en medio de su maquillada cara. Eras boxeadora casi profesional y podías hacer eso y dejarla desmayada en el piso. Pero no lo ibas a hacer porque te prohibieron hacerlo.
- ¿Qué está pasando acá? - dijo alguien detrás de la rubia sin cerebro.
- Nada, Hope. Estas chicas están en nuestra mesa y queremos que nos dejen desayunar ahí, como siempre - le explicó la rubia.
- Eugenia, hay más mesas. Pueden desayunar tranquilamente allá - dijo con una paciencia inexplicable.
- ¡No nos podés hacer esto Hope! - exclamó de nuevo Eugenia, como haciéndose la dolida por una mesa.
P#
Llegaste a la cafetería, viste que Eugenia, Candela y María no estaban en su mesa de siempre, sino que estaban Mariana, Rocío y Daniela. Te preguntaste qué había pasado y porqué estaban ellas en la mesa que supuestamente era de "las trillizas de oro" como las apodabas con Agustín a Euge, Cande y Mery.
- Discúlpame Dani, - le hablaste a la que era tu amiga de las tres - ¿las chicas?
- Están en una mesa más allá - te contestó señalando la mesa donde estaban tus amigas. Te despediste con un 'gracias' hacia Daniela, pero tu mirada se desvió a los ojos cafés imnotizantes de Mariana. Sentiste como si sus almas se conectaran por un segundo, sentiste mil cosas en ese momento. Mil cosas que no podrías explicar porque nunca te habían pasado. Tenías miedo de empezar a sentir esas cosas por ella, tenías miedo a enamorarte de esa pequeña personita que tanto te odiaba. Una vez más te preguntabas: ¿qué te pasa Peter?
Te dirigiste hacia la mesa de tus amigas para no desayunar solo, pero en medio del camino cambiaste de opinión y decidiste desayunar solo para poder pensar en lo que te estaba pasando.
- Juan Pedro Lanzani, ¿qué carajo te pasa? - te preguntaste a vos mismo. No tenías miedo de que la gente te tome como si fueras un loco que hablabas solo. Necesitabas hacerlo.
Recordaste esos ojos marrones, tan hermosos. Y volviste a mirarla, no estabas tan lejos de ella. Estaba sola. Rocío y Daniela habían desaparecido. La veías como revolvía el contenido de la taza sonriendo, como si la hubieran elogiado. Esa sonrisa, ¿qué tenía esa sonrisa? Era hermosa, como ella.
- Lanzani, ¿qué haces solo? - te dijo alguien detrás tuyo. Te diste vuelta y ahí estaba Euge.
- Quería pensar, necesitaba estar un poco lejos de las locuras de Agustín - dijiste riendo. No le podías contar a ella lo que sentías por Mariana, sabías que ella la odiaba.
- Entonces te voy a hacer compañía - se sentó en la silla enfrente tuyo. Te sonrió y te miró como preguntándote en qué estabas pensando.
N#
Llegaste a la cafetería y sin querer lo primero que viste fue a la rubia hablando con Peter. Tu rubia. Desviaste tu mirada y viste a Mariana sola, no dudaste en ir con ella. Te sentaste enfrente de ella y la viste derramar una lágrima. Te partía el corazón verla así.
- ¿Qué te pasa Lali? - le preguntaste.
Ella te miró y no te dijo nada, volviste a preguntarle.
- Extraño mi vida afuera de ésta porquería. Acá lo único que hacen es tratarnos como basura - nunca habías escuchado eso de Lali, menos si lloraba. Nunca la habías visto tan frágil.
-  Tranquila, ¿quién te basureo?
- Esa Eugenia y sus amigos. Barbies de plástico sin cerebro.
Se te cerro la garganta cuando escuchaste que la rubia había hecho sentir mal a Mariana, tu hermana del corazón, tu talón de Aquiles.
- Voy a hablar con ella.
- ¡No! No les digas nada. No pueden verme así ni saber que yo estoy así por ellos. Se van a sentir más importante de lo que se sienten y es justamente lo que no quiero.
- Pero no soporto verte así.
- No quiero que hagas nada Nico, por favor. Yo sé qué hacer - dijo con su típica paz en sus ojos. Pero ésta vez algo más le pasaba, era obvio que no sólo era lo que te contó. - Por favor.
Accediste a no hacer nada, pero era más fuerte que vos. ¿De verdad la rubia era tan mala? ¿O no sólo ella la hacía sentir una basura? Miraste para un costado y viste a Peter y Eugenia mirándolos. Los miraste mal, eran unas basuras.

Ésta historia continuará.